Apple, el líder que alcanza a sus perseguidores

Ultima Actualización: jueves, 14 de septiembre de 2017. Por: Artículo Invitado

El iPhone X se apoya en innovaciones tecnológicas ya estrenadas por los fabricantes de Android.

Ayer Apple hizo lo que nunca había hecho en la era Jobs. El visionario fundador se negó en su día a diseñar un lápiz para acompañar al iPad —fiel a su idea original de interacción sencilla con el dedo—, se resistió hasta el final a lanzar teléfonos con pantallas más grandes —ignorando la tendencia del mercado— y prefirió explorar caminos distintos que la competencia. Así fue como en 2011, en la víspera de su muerte de Steve Jobs, Apple presentó Siri, el asistente de voz que han acabado imitando todos sus rivales.

Casi seis años después la primera lectura de la presentación de los nuevos iPhone, Apple Watch y Apple TV es que las novedades más destacadas de la compañía de la manzana son todas innovaciones tecnológicas que ya habían estrenado los fabricantes de Android: pantalla OLED, reconocimiento facial y carga inalámbrica para el teléfono; reloj con conectividad celular o vídeo para televisores 4K y HDR.

Desde que sucedió a Steve Jobs al frente de Apple, cada año en la primera quincena de septiembre Tim Cook presenta un nuevo modelo de iPhone, que inmediatamente recibe un baño de elogios y de críticas y que invariablemente se acaba convirtiendo en el smartphone más vendido, el que más ingresos genera y el que tiene una mejor nota de satisfacción de sus usuarios. El teléfono que lo cambió todo lleva una década liderando la industria y marcando tendencia en el diseño y uso de los móviles. Ahora Apple pretende afianzar ese liderazgo con el iPhone X, que curiosamente se presenta como el “teléfono del futuro” incorporando tecnologías lanzadas antes por sus perseguidores.

Desde su flamante nueva sede, el Apple Park de Cupertino (California), Tim Cook y su equipo nos han detallado cómo pretenden hacer que esas tecnologías funcionen mejor en el iPhone que en la competencia (las pantallas OLED de LG y el reconocimiento facial de Samsung tienen serios problemas de calidad y fiabilidad) o que sean por fin adoptadas por el gran público (cosa que Google no ha conseguido aún con sus gafas de realidad aumentada).

Su estrategia es la de siempre, el diseño. Y eso no se limita al simple aspecto externo de sus productos, sino a la concepción conjunta de los materiales que les dan forma, de sus componentes electrónicos (como cámaras y sensores) y del sistema operativo y las apps que los utilizan. En el corazón del iPhone X están multitud de chips cuyo diseño ha sido personalizado —para las tareas concretas que van a realizar, ya sea fotografiar imágenes más realistas o reconocer la cara de su dueño— y también nuevas aplicaciones de la inteligencia artificial que imitan el cerebro y la mente humana: redes neuronales y aprendizaje automático (machine learning), para que el smartphone sea más inteligente.

Es una vuelta de tuerca más en la cacareada integración de software y hardware, la marca de la casa que distingue a Apple de los fabricantes de teléfonos con Android, sistema operativo diseñado por Google. Estamos en una nueva era de la informática, muy lejos ya de aquellos tiempos de “la dictadura de los gigas”, en la que básicamente aspirábamos a tener un ordenador con más memoria, más disco duro y más velocidad de procesador.

A los fabricantes ya no les basta con ser campeones en especificaciones técnicas. Con los productos de Apple, el líder en esta última década, la clave de su éxito siempre ha sido otra: las sensaciones que dejan al usarlos. ¿Es el iPhone X el smartphone del futuro? ¿O el que sitúa por fin a Apple al nivel de prestaciones de sus competidores?

Por encima del imbatible márketing tecnológico de Apple, que lo vende como “el primer móvil diseñado para realidad aumentada” (olvidándose del Lenovo Phab 2 Pro, lanzado en 2016); por encima del fallo durante la demostración del reconocimiento facial realizada ayer por Craig Federighi; y por encima de que esas y otras innovaciones han sido primicia de la competencia, están las sensaciones. Y los primeros analistas tecnológicos que han probado el iPhone X han quedado impresionados por la pantalla y por el diseño, que resulta diferente y al mismo tiempo recuerda al del iPhone original.

Serán necesarias pruebas mucho más intensas para despejar las dudas sobre la fiabilidad el reconocimiento facial o sobre la comodidad de usar un smartphone sin botón de inicio. Y también para comprobar si son verdad las promesas de Apple que motivan a cualquier usuario: la batería del iPhone X dura más y el exterior se raya menos y se agarra mejor, si se compara con sus resbaladizos predecesores. Mientras tanto, Apple sigue aplicando las recetas de Steve Jobs y haciendo realidad su último sueño (la nueva sede central de la compañía) pero desde 2011 sigue sin cocinar ninguna innovación “estilo Jobs” que revolucione la manera en la que nos relacionamos con nuestros teléfonos.

Por el https://elpais.com