« Tener un as bajo la manga O tener un cocodrilo en el bolsillo »

Ultima Actualización: domingo, 06 de marzo de 2022. Por: Angel Artiles Diaz

Es un secreto a voces, que alguien por ahí, cuando está bajo los efectos del ‘divino néctar del Dios Baco’ y de la 'jojoba' que consume en público, apelando a lo único que saber hacer: 'Jactarse', se jacta de decir que “tiene un as bajo la manga”.

Es un secreto a voces, que alguien por ahí, cuando está bajo los efectos del ‘divino néctar del Dios Baco’ y de la 'jojoba' que consume en público, apelando a lo único que saber hacer: 'Jactarse', se jacta de decir que “tiene un as bajo la manga”. 

 

Esta expresión surgida en las humaredas de las mesas de los juegos de azar, hace referencia a los casos en que uno de los jugadores se vale del recurso de ocultar una carta de mucho valor, regularmente debajo de la manga, para en un acto de prestidigitación, sacarla  y así sorprender a los contendores y ganarles en ‘mala lid’.  

 

Esta engañifa  es muy socorrida (muy usada) en esos ambientes de ludopatía crónica  para ser esgrimida en momentos decisivos de cualquier juego de azar. Pero no es exclusiva de ese vicio patológico, en otras actividades de la vida diaria se utiliza hasta con más frecuencia. Verbigratia: en la política.  

 

Así es y parece que siempre será así. En la política nunca falta ‘el as bajo la manga’, nunca. Con  una nunquidad enterna.  No  como una mera metáfora discursiva sino como un ardid del que se mofan los estultos y que guardan muy los inteligentes y bien formados.  

 

‘Tener un as bajo la manga’ puede ser, dependiendo de quien la tenga, un recurso muy valioso, que se conserva como el más fino cristal de baccarat. Que no se muestra en los primeros movimientos del juego, sino que se guarda para los momentos decisorios. 

 

Pero resulta que ‘tener un as bajo la manga’ y decirlo, mata la sorpresa e impide la ganancia que se pretende obtener mediante el uso de ese artificio. En política, ese recurso es dable tan solo a prestidigitadores dotados de inteligencia y formación. En manos de cualquier ‘comensal de friturería’, el as bajo la manga, se convierte en UN COCODRILO EN EL BOLSILLO.