El azar de la historia, la emoción y el triunfo de Donald Trumph-II

Ultima Actualización: jueves, 08 de diciembre de 2016. Por: Angel Artiles Diaz

Las circunstancias críticas de determinados espacios históricos “…los lados maravillosos y legendarios de los sucesos…” constituyen el objetivo de este trabajo de investigación.

Las circunstancias críticas de determinados espacios históricos “…los lados maravillosos y legendarios de los sucesos…” constituyen el objetivo de este trabajo de investigación, ahí radica el motivo de este ensayo, en determinar cómo influye el azar de la historia y la emoción colectiva, en el destino político de las naciones.

Dos ejemplos importantes de inicios del siglo XX, nos servirán para demostrar cómo la historia hace con su dialéctico transcurrir, que se impongan imprevistos o se aprovechen éstos para producir resultados.

El orden económico internacional vigente desde la segunda mitad del siglo XIX, fue truncado brusca y profundamente a partir de 1914, por el acontecimiento histórico conocido como la Primera Guerra Mundial, que se tradujo, entre otras consecuencias en:

a) Un decrecimiento demográfico de un 10 % de la población europea;

b) descenso de casi un 4% del capital que circulaba en el torrente sanguíneo de la economía del viejo continente;

c) aumento desproporcionado del gasto público, financiado por deuda pública externa e interna, que multiplicó por seis la ya existente;

d) también originó, en las economías bajo la influencia del conflicto, la emisión de dinero inorgánico, lo que disparó presión inflacionaria a niveles insostenibles.

Pero, las naciones que no participaron en el conflicto bélico de la segunda década del siglo XX (los países neutrales) no se perjudicaron con las consecuencias negativas de la guerra,

verbigracia Estados Unidos y Japón que aprovecharon la situación y se agenciaron el dominio de importantes mercados internacionales, que históricamente suplían los europeos, que obligados por la guerra, concentraban sus recursos industriales en la contienda militar y que por efecto contrario se convirtieron en demandantes de productos agrícolas y alimenticios provenientes del exterior.

Como es lógico deducir se produjo un empuje en la producción industrial y agrícola de los países neutrales durante la guerra, sobre todo en Estados Unidos, pero después de terminado el conflicto, en el proceso de recomposición o recuperación de las economías, las naciones europeas volvieron a producir, sobre todo en el área agrícola, como es lógico por ser técnicamente más fácil.

Esta recuperación produjo un abastecimiento interno de productos provenientes del campo y por ende, una sobre oferta en los mercados nacionales que redujo las importaciones, y generó una disminución considerable de los precios del sector, y por vía de consecuencias, grandes pérdidas.

La Primera Guerra Mundial también afectó la estructura económica y comercial del viejo continente, en lo referente a la estructura del mapa político tradicional con el surgimiento de nuevas líneas fronterizas que desordenaron los mercados al romperlos y perder eficiencia económica.

A lo anterior súmele las extraordinarias indemnizaciones económicas impuestas a los países perdedores de la guerra. Por ejemplo Alemania, por imposición del Comité de Reparaciones, pagaba el 6% de su producto bruto interno (PIB) en 1921. Aparte de las acreencias comerciales tanto nacionales como internacionales, que sobrecargaban su cartera de compromisos.

En ese momento, Estados Unidos tenía las mayores reservas de oro del mundo, por lo que les convenía conservar el patrón oro, que le servía como garantía para la recuperación de los capitales financieros prestados a Europa. A esa estrategia se unieron los planes o acuerdos Dawes y Young, a los que nos referiremos más adelante en este ensayo.

Durante la guerra y en la década siguiente, la bienandanza de la economía estadounidense era de plena prosperidad, casi monopolizando los mercados financieros y de productos, sin más limites que los de la propia capacidad, mientras las naciones europeas se desgarraban entre sí, convertidas en consumidoras sin recursos para comprar.