La pregunta me la formulan dos personas en dos escenarios diferentes. ¿Cuánto
cuesta una campaña para destutanar un viceministro? Yo supongo que ellos
suponen que yo sé por lo menos algo de campañas, pero, muy a mi pesar no sé de
campañas. Si supiera de campanas de descrédito estaría viajando por el mundo en vuelos pagados por el Estado,
desayunando en restaurantes en las orillas del Sena, no sin antes haber cobrado
mi dieta diaria en Euros.
Yo no sé de campañas, porque si supiera, ay!, si supiera…, andaría de bar
en bar tomando Moet, en la muñeca un Rolex y en mi cuenta de banco un depósito
mensual en Dólares o Euros que me permitiría ir disfrutando de la vida sin
estremecimientos ni preocupaciones, pero lamentablemente no sé de campañas.
Tampoco sé si este teclado con el que escribo podría convertirse en mi
cómplice con la finalidad de desacreditar a un compueblano que lo que ha hecho
estratar de hacer las cosas bien. Me reservo lo del restaurant del teleférico,
tema que no he tocado hasta ahora, porque si estamos hablando de Pymes, de
emprendedurismo, de igualdad de género, lo ideal era premiar a esa señora que
se comió los huesos y no tratar de desalojarla, pero bueno, dejémoslo ahí
porque no quiero incurrir en burdas disquisiciones sin porvenir.
El destutane podríamos definirlo como cortar la cabeza a alguien, es como
de golpe y porrazo tumbar a cualquiera de un puesto. Se da en el área pública y
privada, ocurre en cada manifestación del ser humano. La lucha por la
sobrevivencia, el deseo de tener. Es la amoralidad en su máxima expresión.
Resulta que un funcionario, cualquiera que sea, dilapida su mejor esfuerzo
tratando de mantenerse en el cargo y no haciendo lo que tiene que hacer. Desde
que a alguien lo nombran en un puesto público algunos ganando tres cheles (como
es este caso), las hordas de carroñeros
se asoman buscando su tajada. Somos capaces de urdir cuantas falsedades nos
lleguen a la cabeza para hacerle daño a uno de los nuestros.
Ese muchacho --y digo así-- ese
muchacho, me merece respeto, mucho mucho respeto, por trabajador, por luchador, por ser gente
del pueblo y no merece tantos chismes.
¿Cuánto cuesta una campaña? Como van
las cosas, si hasta el mismo gobierno quiere mantenerse en el poder tendrá que
destinar el doble (y mire que es mucho) de lo que está destinando ahora para acallar
laslenguas licenciosas ávidas de dinero, poder y reconocimiento.
Si Turismo quiere mantener su imagen de ministerio eficiente en Puerto
Plata, que mande cuartos, porque aquí si es verdad que hay cerebros capaces de
venderle su alma al diablo por unos pesos, aquí si es verdad que de un momento
a otro embadurnan una buena gestión con mierda.
Que mande cuartos y mucho, porque aquí no se salva nadie.