Hasta luego Choco

Ultima Actualización: viernes, 03 de julio de 2015. Por: Ramiro Francisco

La dama fallecida madre de siete hijos(as), no era una destacada deportista, ni había sido funcionaria, tampoco trabajó de “buscón” de político alguno sin importar bandera.

Corriendo rápido para mis seis décadas y media, nunca habíavisto un entierro tan singular y que llamara tanto la atención.

Pocas veces, desde Colinas del Sur populosa barriada de estemunicipio, había salido tanta gente de sexo y edad diferente, a acompañar afamiliares y amigos al sepelio de un pariente.

Es que fue, una especie de respuesta barrial sin poses,espontánea, de corazón. Nada de “puro teatro” como la canción aquella quecantara La Lupe.

La dama fallecida madre de siete hijos(as), no era una  destacada deportista, ni había sidofuncionaria, tampoco trabajó de “buscón” de político alguno sin importarbandera.

¡Fue eso sí, una mujer de mil batallas! Solidaria,trabajadora para ayudar a levantar su familia. De los troncos fundadora deColinas del Sur.

Se trata, de Lidia Mariana Grant Hernández cariñosamenteCHOCO, como todo el mundo la llamaba.

Pidió a uno de sus vecinos conocido por el sobrenombre deChinango, y a la sazón dueño de una carreta durante muchos años, que si ellapartía primero que él, deseaba que su ataúd fuera llevado al cementerio en sucarreta. Así se hizo.

Con todo y que cerca de la entrada Este a la barriada, hayuna funeraria construida por el ayuntamiento local. Ella, al sentir que lallama de su existencia se apagaba, pidió ser velada en su humilde vivienda.

Los que han estado presentes alguna vez en un veloriobarrial de una persona súper querida, saben de lo que hablo. Una multitud queamanece “velando al muerto” hasta darle cristiana sepultura.

El sol radiante y el calor sofocante de una temprana mañanaveraniega, no fue obstáculo para que una muchedumbre hiciera más notorio elsepelio a su paso por algunas calles de la ciudad.

Sin banda de música, sin despliegue de vehículos. Un viejocaballo y carreta con  un dueño solidarioy cumplidor, se encargaban de llamar la atención con el ataúd que guardabacelosamente los restos de doña Choco.

No hubo coronas pomposas. ¡La misma naturaleza supliógenerosamente esa ausencia, con las ramas floreadas de sus flamboyanes!

Hasta luego. Sembraste amor, eso cosechaste!