La obsesión por la estética: 
				Adaptar nuestro cuerpo a la moda puede ser un riesgo a la salud
				
				lunes, 30 julio 2007 
				 Los seres humanos tenemos una gran debilidad, somos 
				fácilmente sugestionables, lo cual nos convierte en blanda pieza 
				de arcilla a ser moldeada, con mucha frecuencia a conveniencia 
				del poder: político, económico, mediático y en ocasiones pseudos 
				religiosos. Nuestro crecimiento y desarrollo está basado en 
				modelos propios de nuestra cultura, con gran influencia exterior 
				a través del contacto con el resto del mundo producto de las 
				migraciones y los medios de comunicación, así adquirimos la 
				concepción de lo bello y lo hermoso, y la actitud de agrado o 
				desagrado sensorial hacia los demás y hacia nosotros mismos; nos 
				han impuesto patrones para medir la belleza, los cuales cambian 
				con una gran facilidad, y ese cambio traducido en la moda, nos 
				obliga a estar al día, transformar nuestra imagen, adaptarla al 
				momento. Cambiar no sólo la forma de vestir involucra cambios en 
				nuestra anatomía, recurriendo en ocasiones a métodos 
				convencionales y no convencionales con indicaciones no muy 
				claras que pueden convertirse en un peligro para la salud. 
				 La estética, la forma como nos vemos nuestra anatomía, 
				depende de muchos factores donde la raza, la cultura, e incluso 
				nuestra condición socioeconómica juegan un papel importante, 
				somos altos o bajos, negros o blancos, de labios gruesos o finos 
				porque pertenecemos a un grupo étnico -aunque mezclado- que es 
				así, es nuestro sello. Somos diferentes a los europeos y a los 
				norteamericanos, nuestro patrón de belleza no puede ser una 
				estrella de cine con una apariencia mayormente fabricada a base 
				de cremas y bisturí. Estos falsos modelos a seguir en función de 
				nuestra estética producen un impacto psicológico negativo, la 
				constante comparación y la búsqueda frecuentemente infructuosa 
				de semejanza, conlleva a la aparición de estrés, ansiedad, 
				depresión, baja autoestima, desordenes alimenticios, con una 
				frecuencia cada vez mayor en niños y adolescentes, quienes sin 
				saber que la imagen de su cuerpo responde a una evolución 
				natural, ya comienzan a verse en minusvalía en función de los 
				patrones impuestos. 
				 Cuidar nuestra apariencia, mantener una buena imagen no es 
				malo, el sexo opuesto de presencia impactante es un colirio para 
				los ojos, el observarnos en el espejo con agrado mejora nuestra 
				autoestima y en consecuencia todo lo muchísimo que de ella 
				depende. El impacto que para nuestra salud tiene el lograr y 
				mantener una buena figura no tiene duda; el no dejar formar o 
				eliminar los cauchitos reduce el riesgo de enfermedad 
				cardiovascular, el disminuir de peso a base de una buena dieta y 
				ejercicios te dará mejor apariencia y te dará mayor calidad de 
				vida y salud aunque no te lo diga el espejo. La mujer es 
				ancestralmente coqueta y a mi criterio una condición 
				indispensable de su femineidad, de allí que la estética era casi 
				un monopolio femenino, terreno en el cual los hombres han venido 
				ocupando espacios, al grado de ser preciso la incorporación de 
				nuevos términos como el de metrosexual para referirse al hombre 
				que extreman los cuidados de su apariencia. Lo malo es cuando 
				utilizamos métodos sin indicación psíquica, biológica y 
				éticamente médica para lograrlo. 
				 Los peligros que encierra el afán desmedido o la obsesión 
				por la estética van a depender de los medios utilizados: 
				quirúrgicos o no invasivos, comenzando por estos últimos podemos 
				ejemplificar la utilización de dietas "mágicas" para la 
				reducción instantánea de peso, que conlleva en la mayoría de los 
				casos a trastornos metabólicos perjudiciales para el organismo. 
				En los jóvenes varones que realizan culto a su cuerpo con el 
				fisiculturismo es frecuente el uso de esteroides anabolizante 
				para exacerbar los músculos, exponiéndose a trastornos del 
				hígado, alteraciones de la fertilidad, aumento del riesgo 
				cardiovascular y rotura de tendones. En cuanto a los 
				procedimientos invasivos que van desde la inyección de toxinas 
				para eliminar arrugas y de otras sustancias supuestamente quema 
				grasas representan un riesgo potencial de infecciones y 
				trastornos neurológicos en manos inexpertas; por el lado de las 
				cirugías, la liposucción y la cirugía de mamas y nariz son las 
				más frecuentes y con poco riesgo en manos de especialistas, pero 
				toda operación y sometimiento a anestesia tiene sus riesgos 
				antes, durante y después del acto que debes conocer. 
				Píldoras de tu médico 
				 Toda intervención tendiente a modificar nuestra anatomía con 
				fines netamente estético debe representar un análisis 
				responsable, si te arrepientes es probable que no exista vuelta 
				atrás. 
				 Si quieres mejorar tu cuerpo y quieres practicar una vanidad 
				responsable, acude a centros debidamente certificados, de todo 
				hay en la viña del señor y puede ser peor el remedio que la 
				enfermedad, lo barato sale caro.  
				 Son preocupantes las crecientes cifras de adolescentes que 
				se someten a cirugía estéticas de mamas como regalo de 
				cumpleaños o de graduación, a esa edad aún no se ha completado 
				el crecimiento psicológico ni biológico, el realizar ese tipo de 
				cirugías son consideradas por muchos especialistas como no 
				ético, es preferible esperar la edad adulta. 
				 Vacuna contra el estrés 
				 Una vieja actriz va al cirujano plástico par que le eliminen 
				una arruga que le ha salido en la cara 
				  
				- Pero mire (le dice el doctor), esto no puede ser, usted ha 
				sido operada demasiadas veces y ya casi no le queda piel. 
				- Precisamente, que más da que me opere otra vez?, si me voy 
				a retirar dentro de poco y usted siempre lo ha hecho muy bien 
				- Bueno la operaré, pero no me hago responsable del resultado 
				- Días después y cuando se recupera de la anestesia ve que 
				tiene una cicatriz en el cuello y está dispuesta a demandar al 
				cirujano por negligencia y "arruinar" su belleza; pero el doctor 
				le dice: 
				- Oiga eso no es una cicatriz es su ombligo. Y le advierto, 
				si se opera una vez más tendrá que empezar a afeitarse. 
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