|   DON 
				RAMÓN ORTIZ. ¿DONDE ESTÁ?   
				 
				Por: Luis H. Canela
				Martes 16 de Junio de 2009Desde aquí hasta la oficina de pasaportes 
				son aproximadamente cuatro cuadras, de manera que ir a pie 
				resulta mucho menos problemático que ir en vehículo. La escasez de parqueos en el centro de la 
				ciudad es una realidad de la que no podemos sustraernos.  Fui 
				a esa dependencia procurando una renovación, me dijeron que 
				volviera después de la una de la tarde por reglamentos internos, 
				como si el tiempo se lo regalaran a uno. Pero bueno, sin 
				rechistar hay  que aceptar esas reglas de oficinas públicas, no 
				hay más remedio.  De allá para acá, caminando despacio, 
				mirando, sorteando tarantines de expendio de todo tipo de 
				imitaciones, llegué a la esquina de la calle Separación con 
				Duarte, miré a la izquierda y ahí, bajo la sombra creciente 
				de los árboles de la Plaza Duarte, antes parque central, 
				observé algunos de los denominados billeteros, sentados, con 
				sus manos puestas encima de los maletines raídos, casi 
				calcinados por el ardiente sol del día a día. Son varios, pero no son precisamente 
				billeteros en el sentido estricto de la palabra, son más bien, 
				especies de bancos de crédito ambulante, compraventas, cambia 
				cheques etc. Tienen años ahí haciendo negocios, no 
				sé si tendrán algún tipo de sociedad o sindicato, lo cierto 
				es que las caras son siempre las mismas.    Es extraño, al pasar por el ayuntamiento 
				después de haber observado, sin mucho detenimiento los 
				billeteros, recordé al célebre Ramón 
				Ortiz, ex síndico, insigne por sus proezas 
				financiero-administrativas al frente de esa entidad. Recordé cómo los días de cobro, raudos, 
				salían decenas de empleados del ayuntamiento a canjear sus 
				cheques de nómina donde los “billeteros”.   Mire usted qué contradicción; ciudadanos 
				haciendo de bancos de cambio, de prestamistas  a una institución 
				que debería ser ejemplo de organización y eficiencia por cuanto 
				representa a todo el conglomerado social de Puerto Plata.  Desafortunadamente  la realidad era que 
				“aguantaban” esos cheques hasta por meses confiando en la 
				palabra del edil que, en no pocas ocasiones, tuvo que recibirlos 
				en su despacho con la finalidad de bajar la temperatura a la 
				situación creada por cuenta de los cheques retenidos.  Desde el punto de vista financiero podría 
				decirse que esos señores ejercían una especie de apalancamiento 
				a una entidad financieramente descalabrada como lo 
				era el ayuntamiento. Factores como por ejemplo; una nómina 
				exorbitante, un síndico buena gente, mal administrador, 
				desorganizado, se conjugaban en ese momento para dar a luz a la 
				situación imperante.    No sé de donde me han venido esos 
				recuerdos, sinceramente no sé, que me perdone Don Ramón.  
				Lo que le voy a pedir a ustedes amigos lectores es que si lo ven 
				lo por ahí, díganle que lo 
				extraño, que se deje ver, pregúntele que por qué se 
				encuentra distante, apartado, que por qué todavía se muestra 
				lejano, escurridizo, si sus compañeros, después del pacto, andan 
				de sonrisa en boca, retozones, animosos y esperanzados. ¿Qué es 
				lo que espera para salir?      
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