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				QUIÉN LE DUELE PUERTO 
				PLATA?
				Por: Luis H. Canela
				18 de Septiembre de 2009 La última vez que Puerto 
				Plata estuvo en la palestra pública fue cuando el jefe de la 
				Policía ordenó el arresto de más de veinte miembros.
				 En esa ocasión, la 
				prensa nacional desplegó páginas completas con informaciones 
				sobre cuestiones relativas a ese suceso bochornoso. Pasaron 
				días, semanas enteras desmenuzando ese carrete embadurnado de 
				heces.    Para la mayoría de 
				parroquianos el sometimiento hecho no dejó de ser una especie de 
				circo donde los papeles de los payasos están bien definidos y el 
				resultado claro. El puertoplateño, en su fuero interno, lejos de 
				sufrir una decepción por la pena embarazosa que provoca el estar 
				de boca en boca en todos los rincones del país por una situación 
				desdichada, de seguro se alegró. No sintió miedo escénico al ser 
				nombrado en cada programa de panel, editorializado en cada uno 
				de los diarios nacionales, vapuleado, degradado y golpeado sin 
				compasión por un hecho de esa naturaleza. Es vergüenza ajena, 
				dirían algunos.
				  Hoy estamos en la palestra 
				pública por otro suceso. La ignominiosa tozudez de un diputado 
				al someter un proyecto de modificación a la ley 200-04 de Acceso 
				General a la información Pública. Hoy andamos de boca en boca. 
				¡Otra vez! Si, usted mismo que está leyendo anda de boca en 
				boca, ¿quién?, usted mismo, mírese, piense, haga un análisis.
				 Usted como puertoplateño, 
				su provincia, el nombre propio de la tierra que lo vio nacer, 
				ahora mismo está como el arroz blanco; en todas las mesas del 
				país. ¿No le duele? No siente en su interior la desazón de que 
				un legislador por el que usted votó haya tomado una actitud 
				circense y se haya ensañado con una ley que lo único que hace es 
				darle la oportunidad a la población de conocer en qué se 
				utilizan los recursos del erario público. Si no le duele 
				revísese.  El que como puertoplateño 
				no sufriera por el sometimiento de los policías es normal, se 
				entiende, muchos de ellos no eran de aquí y los hechos, bueno, 
				ni hablar.  Pero el que 
				no sufra por una metida de pata de un compueblano, de un hijo 
				salido de las entrañas de esta tierra, debería analizarse.
				   El estoicismo mostrado por 
				el Honorable Diputado en degradar su provincia choca con su 
				popularidad. Para mucha gente sus bonos han bajado, otros (la 
				mayoría) ni se han enterado. Algunos aducen que al ser nombrado 
				por su nombre (el diputado), al estar en primeras planas durante 
				todos los días después de proponer semejante disparate, le da 
				ventajas. No creo que sea así. El estar bajo las afiladas hojas 
				de la guillotina por un hecho de esa naturaleza no debe ser muy 
				agradable. La única suerte que tiene es que todavía falta 
				bastante tiempo para las próximas elecciones y también, triste 
				realidad, la capacidad de olvido del dominicano.
				  ¿A usted amigo lector, le 
				duele Puerto Plata? ¿Siente, esa penita muy muy dentro? De 
				seguro que sí. Vaya sacando cuentas. El hecho de que 
				un legislador este proponiendo la modificación a una ley 
				que le beneficia a usted como puertoplateño, que le permite 
				auscultar las cuentas de las instituciones estatales, pedir 
				relación de gastos, nómina, facturas, con la finalidad de estar 
				enterado de hacia dónde van sus impuestos está lejos de ser un 
				chistecito de caminos.
				  Es grave el asunto, muy 
				grave.  Suerte ha tenido 
				que el Presidente ordenó una serie de obras 
				para la Provincia y eso ha contribuido a despejar los 
				nubarrones de su absurdo, pero no por 
				mucho tiempo.  El circo seguirá y seguirá 
				hasta que, tras bastidores, sin que nadie pueda coartar su 
				derecho a la “representación”, aseste el golpe y de la contusión 
				salga el aborto.  
				  
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