TEMPORADAS CICLÓNICAS
Vuelven los huracanes
27 de
mayo del 2007
SANTO DOMINGO.- Cada año el fin de mayo
trae como noticia obligada el inicio de la temporada ciclónica,
momento de alerta para países
como
República Dominicana, ubicado en la ruta de los huracanes,
ciclones y tormentas, cada vez más violentos y cambiantes.
Expertos de los Estados Unidos pronostican
para 2007 una temporada ciclónica en el Atlántico con actividad
“sobre lo normal”, con la formación de siete a 10 huracanes.
La Oficina Nacional de Meteorología prepara su
pronóstico para la próxima temporada ciclónica y adelanta que la
misma será muy activa. Trece ciclones podrían formarse en
esta temporada, 8 con categoría de huracán y cuatro con
intensidad de
3 a 5.
Pero, ¿qué está pasando en el planeta para
que los fenómenos atmosféricos se produzcan de forma tan
pronunciada?
“Los fenómenos meteorológicos intensos,
como inundaciones, tornados y las olas de calor, se están
acrecentando en los últimos años y son una de las consecuencias
más evidentes del cambio climático: una atmósfera más caliente
implica mayor energía y sus manifestaciones las vemos en la
violencia de los sucesos comentados”, explica Federico Velásquez
de Castro, autor del libro 25 preguntas sobre el cambio
climático.
Investigadores del Panel Intergubernamental
para el Cambio Climático (IPCC) -grupo de investigación
establecido en 1988 por el Programa de las Naciones para el
Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización
Meteorológica Mundial (OMM), con el objeto de
evaluar la información disponible sobre el cambio climático- han
concluido que de no frenarse el problema del calentamiento de la Tierra, este fenómeno podría provocar un aumento
en la temperatura mundial (entre 1.4 y 5.8 grados centígrados),
lo que ocasionaría el deshielo de los polos glaciares y, como
consecuencia, un aumento en el nivel de los océanos (entre 11 y 88 centímetros), que
afectaría a muchas zonas costeras de bajo nivel.
Gerry Bell, meteorólogo del Centro de
Pronósticos de la Administración Nacional
Oceánica y Atmosférica estadounidense (NOAA), explica que el
número de fenómenos atmosféricos que se pronostica para esta
temporada ciclónica podría aumentar sí, como se espera, se
forma el fenómeno de “La Niña”.
La Niña
Se conoce con este nombre la presencia†de aguas
inusualmente frías en el Océano Pacífico Ecuatorial (es decir,
en una franja oceánica cercana al
Ecuador). Este fenómeno es la
contraparte del
fenómeno “El Niño”, y ocurre cuando los vientos del Este se
intensifican por encima de lo normal.
“La
Niña” se presenta en intérvalos de dos a siete
años y se caracteriza porque la temperatura de la superficie
del
mar y la atmósfera sobre esta zona ecuatorial,†tienen una
condición anormal durante un período que va de
12 a 18 meses. Además de las temperaturas
frías en el mar, La Niña trae consigo una gran
productividad de la fauna marina y períodos de abundantes
lluvias en el continente americano.
“Hay alguna incertidumbre en torno a si La Niña se formará o no, y si lo
hace cuán fuerte será”, dice Gerry Bell. “La Niña podría formarse en uno o tres meses... si se
forma, la actividad ciclónica posiblemente estará en el rango
más alto de lo pronosticado, o aún más alto si
La Niña se fortalece”, agregó.
En América Central es bastante probable
esperar condiciones relativamente más húmedas de lo normal,
principalmente sobre las zonas costeras
del mar Caribe
El Niño
En términos prácticos, significa que muchas regiones normalmente
húmedas llegan a ser secas, mientras que las áreas normalmente
secas se humedecen con precipitaciones intensas. El Niño es más
que la aparición de corrientes oceánicas cálidas en las costas de
América. Consiste en la alteración
del
sistema global océano-atmósfera que se origina en el Océano
Pacífico Ecuatorial, generalmente durante un período comprendido
entre diciembre y marzo.
La aparición de las aguas cálidas fue
identificada por los pescadores peruanos siglos atrás, quienes
le dieron el nombre de El Niño en referencia a la llegada del
niño Dios, porque se observaban a finales de diciembre, cerca de
la Navidad.
Este fenómeno se presenta en intervalos de
dos a siete años y se caracteriza porque la superficie
del
mar y la atmósfera sobre él presentan una condición anormal
durante un período que va de doce a dieciocho meses. Los
primeros en asignar nombres a los huracanes fueron los
marineros, que los identificaban con los de sus madres, novias o
esposas, cuenta el predictor de la Oficina Nacional
de Meteorología, Bolívar Ledesma.
Por siglos, los huracanes en las Antillas
eran nombrados por el santo
del
día en que pasaba el huracán, pero entonces un mismo fenómeno
podía tener varios nombres. “Luego se les empezó asignar nombres
en orden alfabético, pero sólo de mujeres. Estas suelen ser tan
inestables como los fenómenos meteorológicos “, dice
entre risas. “Pero para 1978, cuando el boom de la liberación
femenina, las mujeres se quejaron ante
la OMM
y sugirieron que los nombres se asignaran de manera alternada
entre femeninos y masculinos y de esa forma se han quedado hasta
la actualidad”, explica el predictor meteorológico.
En 1979,
la OMM
y el Servicio Meteorológico de Estados Unidos (National Weather
Service) incorporaron nombres alternos de hombres y mujeres.
Cada año se prepara una lista potencial de nombres para la
venidera temporada de huracanes.
El nombre de un huracán que haya sido muy
destructivo no se repite. En 2005, en la lista de nombres
sugeridos se agotó alfabeto griego.
Fuente: Listín Diario Digital
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