PHELPS, NADAL Y EL DERECHO A LA INTIMIDAD
7 de febrero.- Juega el
Madrid, hay fútbol, pero espero que los internautas entiendan la
pequeña profanación de este espacio, de este blog, para dedicar
unas líneas a la polémica foto de Michael Phelps, fumando
marihuana, y la sanción de tres meses de la que ha sido objeto
por parte de la Federación de Natación de Estados Unidos. Para
empezar, estoy absolutamente en contra.
La marihuana no mejora
el rendimiento deportivo, a pesar de que el cannabis se
encuentra en la lista de sustancias prohibidas y sus positivos
pueden ser sancionados, aunque sólo en periodos de competición.
Es por eso por lo que para castigar al nadador americano se
recurre a la imagen, al perjuicio a unos valores que transgreden
el modelo que debe representar todo campeón.
Un rol que no eligió
Phelps, sino una sociedad a la caza continua de referentes
morales, práctica frívola y peligrosa, que suma decepciones
porque la victoria está asociada a la competición, no a la
moral. Juan José Sebreli, autor de Comediantes y Mártires,
último premio de ensayo de la Casa de América, escribe que "los
mitos son una creación de las sociedades enfermas". Atrevida
afirmación, pero interesante.
La contradicción que
representa el episodio de Phelps atrapó de lleno la carrera de
Maradona, que durante una rueda de prensa, en Madrid, dio un
lúcido consejo: "Díganle a los niños que los héroes son los
padres". El propio Phelps lo sabe, porque fue un niño
hiperactivo, con problemas de fracaso y siempre a la sombra del
tesón de su madre, divorciada. Cuando en las ruedas de prensa,
en Pekín, le hablaban de Mark Spitz, respondía con desgana.
Cuando encontraba a su madre en la grada, se le abrían los ojos.
El problema de imagen
que ha originado debe ser juzgado por quienes se han asociado a
ella, en este caso los patrocinadores. Es comprensible, pues,
que Kellogg's haya rescindido el contrato que tenía con el
nadador. También por los aficionados y por el propio
protagonista, arrepentido ya de lo que considera un error. Pero
nunca por los organismos que vigilan la competición, porque, sin
entendemos que fumar marihuana fuera de la competición no altera
el rendimiento, estamos convirtiendo a las federaciones en un
custodio moral, con derecho a entrometerse en la intimidad del
deportista, un derecho que está por encima de cualquier
reglamento.
Ese
derecho es el que quieren proteger otros campeones, como Rafa
Nadal, lanzado a una cruzada contra lo que considera un abuso de
la lucha antidopaje, que exige a los deportistas estar
localizables los 365 días del año para ser sometidos a controles
aleatorios. Nadal, junto a Andy Murray, se han revelado con toda
razón contra normativas que vulneran los pilares del estado de
derecho en la mayoría de países democráticos, que no respetan el
principio 'in dubio pro reo' y que parten prácticamente de la
presunción de culpabilidad.
La ley antidopaje
española, por ejemplo, pone algunos límites, pero el deportista
es hoy un personaje global, que transciende las fronteras y debe
someterse a las exigencias de la Agencia Mundial Antidopaje. Que
el dopaje es una gran lacra a combatir es una realidad, pero es
discutible que un deportista dopado sea un peligro para la
sociedad y, en ocasiones, su persecución es menos garantista que
la de un delincuente.
Fuente:
http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2009/02/07/
libredirecto/1234029928.html
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