Agoniza la jurisdicción. Expira lentamente por inercia. El COVID-19 le asestó un duro golpe y la desorganizada “organización” judicial la tienen en jaque. Se dice que pensionaron a la Señora Registradora dejando un vacío innombrable. Está sin cabeza.
La banca comercial está casi de luto, las cooperativas, abogados, dueños de propiedades y usuarios en general; todos están acongojados.
La provincia de Puerto Plata también agoniza con ella. Miles de préstamos y transacciones varadas en las orillas de la incertidumbre, encalladas en la recia indiferencia de los que tienen la calidad y capacidad para resolver ese problema.
Es una agonía maldita porque aun sufriendo a desgarro; no muere.
Y aunque las instituciones deben trascender a las personas, la renuncia de la licenciada agrava a un más la agonía de esa dependencia estatal y con ella sus usuarios, el comercio, la economía, el intercambio, la compraventa. Y no es el COVID-19, lo que podría ser es; ineptitud, falta de visión, indiferencia o ceguera.
Autoridades, hagan algo por favor.