Por Carina Beira.-

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Ya era justo, nos lo debía la historia y creo que la justicia tiene un tiempo que sale de nuestros calendarios.

Este triunfo que hoy tras más de 450 años de historia nos lleva a las mujeres a encumbrarnos en el más alto peldaño de nuestra amada Alma Mater, libera también las endorfinas necesarias de los dolientes de la misma para seguir luchando.

Cuando yacíamos en el olvido, los que abogamos por la constitucionalidad, la honestidad y el respeto a los derechos humanos y cívicos a los que formamos parte de esa Alta Casa de Estudios, que más que un centro de formación profesional, valientemente y sin partera, ha parido a sus anchas los líderes más prósperos y excelentes de nuestra amada Quisqueya.

Hoy desde la costa atlántica, veo la concretización del sueño de muchos, a los que han salido de sus pueblos para formarse, de los que al igual que el gran Amín Abel, se han entregado por lo justo, los que como tantos en los grupos estudiantiles hemos aportado.

Los hijos de Machepa y los terribles miércoles sin docencia, los de lejos que sin pasaje y comida han seguido y los de una mujer que ha demostrado el valor de la resiliencia, la constancia y la que comparte mi ambición, el cambio y la expansión en valores, conocimiento y oportunidades para el país de Duarte, Mella, Sánchez y Luperón, abrase la libertad.

Celebremos pues, ¡por fin se eligió la primera rectora en la historia de la universidad primada de América!