El año de lucha contra la mora judicial

Ultima Actualización: viernes, 09 de febrero de 2018. Por: Luis Henriquez Canela

Esto lo escribo a propósito de una noticia que leí esta semana la cual informa que el 2017 fue decretado por el doctor Mariano Germán Mejía, el año de lucha contra la mora judicial.

Después de casi dos horas esperando, la secretaria del tribunal anuncia que se canceló el rol de audiencias porque no hay juez. Una mañana entera sentados, perdiendo el tiempo. Eso se repite con más frecuencia de la que los miembros del Consejo del Poder Judicial se imaginan. En esta profesión se pasa trabajo.

Y es que, la falta de personal unida a cierto grado de –no sé si llamarle haraganería administrativa o desconocimiento de las más elementales reglas de administración en materia de personal-, convierte algunos tribunales en espacio muerto. Los documentos no fluyen, las decisiones se estancan, el abogado perplejo baja la cabeza y se resigna. Nadie dice nada. Todos calladitos.  

Esto lo escribo a propósito de una noticia que leí esta semana la cual informa que el 2017 fue decretado por el Presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) y del Consejo del Poder Judicial (CPJ), doctor Mariano Germán Mejía, el año de lucha contra la mora judicial, en respuesta a la gran demanda de expedientes que existe a nivel nacional. 

Dice que transcurridos siete meses de la puesta en marcha del proyecto y al año del discurso del Magistrado Presidente de la Suprema Corte Justicia y Consejo del Poder Judicial, se han fallado 45,467 expedientes en mora judicial.

Hace mención de Puerto Plata como beneficiaria de ese arduo y “fructífero” trabajo. Pero aquí, a decir verdad, no se ha sentido. En la Jurisdicción Inmobiliaria, exceptuando en Registro, la cantidad de expedientes es inimaginable; un desorden de marca mayor. Demasiado trabajo para poca gente. Ya lo habíamos escrito.  

En los demás tribunales, los expedientes fluyen con menor o mayor celeridad, sin embargo, el cúmulo es excesivo y obliga a fijar audiencias a fechas tan lejanas, que cuando finalmente los fallan, muchas veces ya se ha llegado a un acuerdo o el interés ha disminuido. En los municipios ni hablar, no hay jueces, deben mandarlos a buscar a Puerto Plata o, en su defecto, fijar las audiencias para un día a la semana. ¿Es eso justicia?

El abogado tiene que hacer un trabajo adicional y es convencer al cliente de que la mora no es su culpa. La justicia tardía de la que tanto se habla deambula por los pasillos del Palacio cual dama imperturbable.  La Suprema no escapa a esa realidad. Ejemplos hay de sobra.

La mora está llegando a límites insospechados. Me cuenta un colega que el otro día se produjo una acción que lo llenó de estupor. Un abogado, en una audiencia matizada por agrias discusiones, tocaba la pistola que tenía al cinto como si amenazara empuñarla. Al parecer nadie se dio cuenta de la acción o de que esa arma se encontraba en la audiencia excepto él y el dueño.

Ha habido discusiones comprometedoras entre abogados y personal del tribunal de tierras. Ojalá que nunca suceda nada, pero si sucede todos sabemos quién o quiénes son los responsables.

De la seguridad de los tribunales me voy a referir más adelante, mientras tanto, muy responsablemente le dejo esto aquí a los miembros del Consejo del Poder Judicial y a las mismas autoridades judiciales de Puerto Plata para que vayan tomando nota.

A pesar del tiempo, cada día que pasa, nuestra época se asemeja más a la de los 12 años. ¡Cuánto parecido!