“Ay coño no…”

Ultima Actualización: miércoles, 11 de octubre de 2017. Por: Ariel Heredia Ricardo

Ay coño nooo…", es el grito de cada mujeres asesinadas en los últimos días a manos de la persona que le juraron amor para toda la vida.

"Ay coño nooo…", es el grito de cada mujeres asesinadas en los últimos días a manos de la persona que le juraron amor para toda la vida. En lo que va de año la bestia milenaria asesina ha llevado de lutos a la población dominicana.

Ese grito no tiene tiempo, ni fronteras. En 1616, en Bélgica, Bertholome Herodes fue acusada de haber causado una peste y se sumó a las decenas de miles de mujeres brutalmente asesinadas durante la caza de brujas en el medioevo. A mediados del Siglo V A.C., Periandro, el tirano de Corinto, en un ataque de furia escuchó ese grito de su esposa Melisa, cuando la asesinó pateándola y tirándola por una escalera.

En Grecia antigua, el infanticidio de mujeres parece haber sido una práctica aceptada. No nos debe sorprender el accionar de Periandro y los griegos, considerando que Apolo, uno de los principales dioses griegos y romanos, enterado de la infidelidad de su amante gracias al cotilleo de un indiscreto cuervo de plumas blancas, no solo asesinó a Coronis y a la criatura en su vientre, sino que condenó al cuervo a portar plumas negras y malos agüeros para toda la eternidad.

El infanticidio femenino en China, India, Pakistán, Irán y Bangladesh le ha costado la vida a decenas de millones de mujeres. Esta práctica no es excepcional, por el contrario, ha ocurrido en todos los continentes a lo largo de toda la historia. No importa la forma, el método, el país o el siglo, la bestia asesina lleva milenios matando mujeres solo por ser mujeres.

El femicidio, palabra técnicamente correcta pero que no logra transmitir la bestialidad del concepto que describe, es una epidemia que afecta a miles de mujeres en el mundo, incluida América Latina, y, porque no decirlo en República Dominicana.

Si bien no existen cifras oficiales, es posible afirmar que solo en el 2016 fueron víctimas de femicidio no menos de 5.000 mujeres en la región. Allí, la bestia asesina descansa tranquila porque tiene de su lado a un Estado cómplice por inacción, lo cual perpetúa la violencia.

Ya sean dos por día en República Dominicana, nuestros gobiernos han fracasado en encerrar a la bestia. Si bien en algunos países se tomaron medidas para combatir el femicidio, las cifras ponen en evidencia el fracaso de las mismas, ya sea por incompetencia de los responsables en implementarlas o por ineficacia de las medidas.

El milenario status quo de discriminación y violencia contra la mujer no se va a resolver con meras declaraciones de voluntad o anodinos cursos de capacitación a funcionarios públicos. Debe existir un compromiso más firme por parte de nuestros gobiernos, orientando todo el aparato estatal a ponerle fin a la mayor violación histórica de derechos humanos en todo el mundo. Hasta que no se logre ese objetivo, hablar de progreso es una falacia.