LA CAPACIDAD DE VOTAR -VI

Ultima Actualización: martes, 23 de agosto de 2016. Por: Angel Artiles Diaz

¿Hasta qué grado la congruencia ideológica de la racionalidad del voto se traduce en mayorías, en medio de estos grupos desagregados, cuáles partidos políticos pueden lograr ese milagro en términos de izquierda y derecha?

Miller, Blais, Bodet, Golder, Stramski y otros estudiosos, durante añoshan tratado de entender y explicar la racionalidad del voto, sus fortalezas ydebilidades. Y no han encontrado “racionalmente”  cómo establecer la conexión entrerepresentantes y representados.

La vinculación ideológico-programática no forma parte de ningunaestrategia político-mercadológica contemporanea, a las mayorías latinoamericanasno les interesa la democracia de calidad preconizada por Kitschelt, de ahí larelevancia del liderazgo con dinero y sin proyecto y de la inestabilidadpartidaria, liderazgo que es contrario al que ostenta la clase mediaintelectual: con proyecto y sin dinero.

El voto racional proyecta soluciones a largo plazo, mientras que el votoemotivo que nace de las entrañas del instinto de supervivencia, es a cortoplazo, por eso es tan fácil lograr mayorías en esas parcelas marginadas, porquepara un gesto populista no se necesita discurso, sino recursos para el remiendode necesidades perentorias, sufridas en el día a día: Basta estirar la mano yhacer la caridad de matar el hambre de ese momento. Mañana será otro día.

¿Hasta qué grado la congruencia ideológicade la racionalidad del voto se traduce en mayorías, en medio de estos gruposdesagregados, cuáles partidos políticos pueden lograr ese milagro  en términos deizquierda y derecha?

¿Cuál es la función de la ideología en laconfiguración de mayorías electorales en las naciones  latinoamericanas? Casi nula, dicen losestudios realizados, el modelo clientelar y de culto a la personalidad es elque cohesiona los partidos por dentro y los proyecta hacia afuera.

Los partidos  ideológicamente estructurados no comulgan enlos altares de las estrategias populistas, exigen pureza H2O a sus posibles militantes, estrategia contraria a laconvocatoria de masas marginadas, las mayorías electorales  no son puras, porque el mismo sistema lasmantiene distantes de la posibilidad de formarse a la sombra de los valoresmorales que prohíjan la pureza inmaculada, por ellos exigida.

Los partidos  ideológicamente estructurados (modelo de partido responsable) no tienen capacidad de articulación devínculos con los electores,  el modelo teórico que losconforma se cimenta  sobre  condicionantes que no conectan con elcomportamiento que determinan las preferencias de los votantes.

Es que la condición que asume el comportamiento racional de los electores,depende de que el partido se proyecte como alternativa política diferente, quedemuestren grados de cohesión y unidad en cuanto la implementación  de políticas públicas, y que las posturas delos partidos, sean cercanas a los deseos, necesidades y aspiraciones  de los votantes racionales (Downs, 1957;Enelow y Hinich, 1984).

El problema latinoamericano, es que el votante contemporáneo no es capazde comprender los entramados políticos, porque son pocos los adoctrinados, elcapitalismo de consumo no los ha formado como votantes racionales, sino comoconsumidores de productos perecederos: ropas, zapatos, teléfonos celulares,candidatos, etc., por tanto no pueden diferenciar los elementos esenciales dela democracia, no les interesa participar sino que los represente cualquiera,no tienen interés por la rendición de cuentas, ni por la implementación depolíticas públicas que garanticen un desarrollo sostenible.  (Converse, 1964).

El votante de la marginalidad latinoamericana, mayoritariamente ubicado enlas lejanías de la estrategia de votar o abstenerse, no tiene otra expectativaque el beneficio inmediato, por tanto, el acto de votar no se asemeja a ladecisión colectiva, no sigue la lógica de la interacción trascendental, sigueel sendero de la elección individual, porque de una forma u otra, cada votantees parte del proyecto económico de un candidato, que a su vez  entiende, científica o empíricamente, que elvotante individual no es racional, y por lógica, para el conjunto demarginados, votar será igualmente irracional.

Mientras la abstención se enseñorea sobre los dotadosde racionalidad, que anidan la ilusión de que nadie vote, y se regodean en unazona de confort en el dintel de cuya puerta se puede leer la siguienteinscripcion: No tengo la culpa de esta desgracia, yo no voté.