Mucho se habla de que la fe mueve montañas, y ciertamente muchas montañas se moverán si quienes practicamos la fe lo hiciéramos con el convencimiento de que lo que creemos, se hará realidad con el desintersado concurso y disposición de todos.
No se trata de perodiar una canción o alabanza cristiana, se trata de aplicar a nuestra vida el contenido de una frase que recoge un amplio concepto de lo que puede ser el compromiso de todos y todas cuando se trata de enjuciar nuestro presente y nuestro futuro como pueblo o nación.
Necesariamente para iniciar la construcción de nuestro futuro, hemos de partir de la realización de una mirada a nuestro interior presente o pasado, para que, tomando como base la observación crítica de nuestros hechos presentes y pasados, podamos comenzar a formalizar nuestro futuro con mejores perspectivas; lo cual quiere decir que eso solo es posible cuando esa mirada interior se hace con optimismo.
En estos momentos en que nos acercamos a los umbrales de un nuevo año, cuando llega al final toda una cadena de acontecimientos que de alguna manera dejan huellas en nuestro ser social, nos abocamos a definir nuestro papel, nuestra participación personal en las tramas del nuevo periodo que se avecina.
Para muchas personas de nuestro entorno, las perspectivas venideras del nuevo año, se vislumbran sombrias, porque para muchos, las posibilidades materiales y económicas no presentan visus de mejoría, hecho este que depende mas de la fe y voluntad de todos los que decidimos actuar y participar en las definiciones de nuestro devenir.
Es de ahí, que el futuro nuestro depende de la fe nuestra, y sin una mirada de fe a nuestro presente y pasado politico, social y económico; es imposible que podamos enfrentar el porvenir con reales posibilidades de salir del estancamiento en que nos podamos encontrar hoy...