El deterioro de todo…

Ultima Actualización: martes, 09 de diciembre de 2014. Por: Maria Gónzalez

El nivel de la crisis en cada formación social lo representa, el grado de dilución en que se registra en cada estructura elemental de esta.

Cuando las sociedades entran en crisis, registran un proceso de deterioro de las relaciones humanas sociales e institucionales que van socavando los principales cimientos en los que se asientan las estructuras que sustentan a cada conglomerado.
 
El nivel de la crisis en cada formación social lo representa, el grado de dilución en que se registra en cada estructura elemental de esta, sea el estado, la familia y otras  que tienen como misión, el control y sustento de las reglas establecidas para  la prolongación del sistema sociológico vigente.
 
Toda esa elucubración teórica, me sirve  para vislumbrar  que  República Dominicana, como una sociedad orgánicamente organizada, se  acerca a un acelerado proceso de deterioro que parece asomarse a los linderos de la desintegración.
 
Las expresiones de esta tremendista apreciación me parecen estar expresadas en la observación de las manifestaciones que se presentan en las actividades cotidianas de todos los componentes de los diferentes sectores que nos constituyen o nos representan como un conjunto social.
 
Lo que se hace  en cada uno de esos sectores, nos hace temer un retroceso cercano a la barbarie, por cuanto desde las instituciones morales que nos controlan; como el caso de la Justicia, las iglesias y hasta los medios de comunicación social y sus comunicadores son ejemplo fehaciente de cuanto deterioro estamos padeciendo.
 
Las muestras de cuanto aquí me atrevo a apuntar están a la vista de todos; unos jueces y tribunales que no tienen reparos en condenar radicalmente a infelices ciudadanos, mientras  favorecen con tolerancia y hasta complicidad, a poderosos delincuentes que saquean sin pudor, retuercen todo; para acumular cuantos bienes les sea posible.
 
En el mismo sentido, nos encontramos con instituciones como las iglesias vinculadas hasta la medula en actos contradictorios con la moral y las buenas costumbres; medios de comunicación y comunicadores que sin sonrojo, retuercen la sagrada misión de orientar la sociedad, para convertirse en voceros y defensores de lo inmoral, lo ilegal y hasta de lo inhumano.
 
Si a todo eso agregamos el concepto generalizado en nuestra población, sobre la política y los políticos, sobre la validez de los organismos de control y represión social, nos encontramos que podríamos estar cerca del periodo de las hordas aquellas del salvajismo. Y como muestra de ese futuro incierto que nos espera, puedo señalar el reciente caso del saqueo cometido contra un camión de mercancías que fuera accidentado, donde los ciudadanos presentes solo tuvieron tiempo para apropiarse de cuanto pudieran olvidándose de los seres humanos heridos y muertos en el accidente.