Recuerdos de la Calle 2 (3 de 5)

Ultima Actualización: viernes, 19 de septiembre de 2014. Por: Ramiro Francisco

Nos tocó en esa etapa de mi vida alumbrarnos con la clásica lamparita jumeadora.

Pocas viviendas de la Calle 2 en Los Callejones  de esos años tenían “lu eléctrica”. Nosotros no disfrutamos de esa tecnología.
 
De modo, que nos tocó en esa etapa de mi vida alumbrarnos con la clásica lamparita jumeadora de la que Eladio, un vecino del barrio tenía una especie de zona franca.
 
Hablar de doña Gu, es mencionar a una matrona de la Calle 2. El tronco de la familia Salvador. Nunca escuchamos a nadie llamarla por otro nombre que  no fuera Gu. Quizás, el diminutivo de Gumersinda.
 
Algunos de sus hijos que recordamos: Alejandro, Fernando, Domingo y Mamita. Hijos de Mamita y por tanto nietos de doña Gú…Papiro(El Gallo), Pani, y Chichi Salvador.
 
Los tres eran muy buenos jugadores de béisbol. El Gallo, es cojo. Por su estado, jugaba primera base o receptor. Bateaba largo. Un tablazo entre leff y center era un sencillo para él, lo que podría haber sido un triple para un buen corredor…
 
Pani era zurdo. Jugaba la primera base y un buen bateador. Chichi era una estrella en la segunda base y un bateador difícil de ponchar.
 
A doña Gu, le encantaban los niños. Siempre nos tenía galletas y té de cuántas hojas para nosotros. En su patio había una especie de rancheta o enramada que hacía las veces de cocina. ¡Había que ver aquello! El gentío esperando a la espera del té, café y  los buenpan de masa o de granos sancochados.
 
Había una radio grande marca Telefunken en la que a más de los juegos de pelota que transmitían entonces, disfrutamos muchas veces de las radionovelas Tamakum el Vengador Errante, Raflex el Ladron de las Manos de Seda y Los Tres Villalobos entre otras.
 
Era, junto a la casa de mi madrina Consuelo, las únicas familias donde podíamos pasar algunas horas permitidas por papá.  Mamá era más “arisca” y no le gustaba que  sus hijos “anduvieran velando por los altares.
 
Justo al lado de la familia Salvador vivían doña Polonia y Mauricio. Ambos eran muy mayores. Vivían solos. Si alguna vez tuvieron hijos, no estaban con ellos. Allí se vendía carbón vegetal.
 
Tenían un rincón de lo que una vez fue sala, lleno de carbón. El vecindario era cliente obligado de doña Polonia.
 
Como vecina, estaba doña Paula. Una señora canosa entrada en años. La recuerdo como una mujer muy peleona. Para nada quería saber de muchachos “jodiendo” frente a su casa. Uno ni se acercaba por ahí.
 
Persia le seguía como vecina en una muy pequeña casita de tablas de palmas. Era una mujer madura. Vivía sola  y  vendía café molido en sobrecitos de papel de estraza. Vestía siempre de blanco.
 
Decían, que uno de “los guses” la “arreglaba”. Por aquellos años casi perdidos en nuestra memoria, nunca entendimos aquellos de que la arreglaban…
 
Continuará…
 
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