El hombre en su afán de conocimiento, siempre ha deseado saber qué le trae el mañana. Ese conocer el futuro, el porvenir, le ha llevado a estudiar la misma Naturaleza con sus señales.
Es verdad que son muchos los farsantes metidos a adivinar el futuro, pero…los hay que en base a muchos sacrificios, negaciones y amargura -dicen que se paga el precio- logran entrever algo y lo manifiestan.
Que sea un “chepazo” casualidad, fruto del azar, una eventualidad entre un millón…!Puede ser! pero no podemos negar rotundamente, que se han dado algunos casos.
Mencionar algunos ejemplos? No. Usted que le interesa, tiene que poner su parte. ¡Búsquelos!
Hay muchos hombres y mujeres que se mencionan como adivinos, brujos, pitonisa, sacerdotes, quirománticos, alquimistas y magos.
Casi todos los pueblos de la antigüedad los han tenido.
Han sido consejeros de reyes, monarcas, gobernantes y presidentes, aún en nuestros días.
El poder conocer el futuro, nos abruma y a la vez nos embelesa, nos llena de esperanzas. “Nada sé sobre el futuro…desconozco lo que habrá…” señalan las notas de un viejo himno.
La lectura de las cartas, las entrañas de algunos animales, las palmas de las manos, la borra del café, las llamas de ciertas ramas y la bola de cristal entre otras, son algunos de los medios empleados para “ver” más allá del presente.
Decimos medios, aunque debe haber un más allá del medio. Es decir, ¿La varita del mago si cae en sus manos qué? ¿La bola de cristal en la que Alejandro Magno consultaba si la encontramos, nos servirá? ¿Nos sería útil la de Aristóteles?
¿Tendríamos que hacer uso del Tarot, para saber que también existen vientos fétidos y tóxicos? ¿Nos ayudaría una bola de cristal para detectar a tiempo los vientos huracanados que tanto daño hacen a la agricultura?
Si no fuera una herejía, tomara por unos días la bola de cristal representada en la Virgen de Monserrat, para saber por qué lado viene el viento asolador, si con mareas altas o bajas , y si las embarcaciones deben permanecer en puerto.
Los viejos marinos, no siempre confiaban en los vientos…no siempre llegaban a puerto, eran traicionados y dejados varados para siempre en el Mar de los Sargazos.
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