La Revolución de los Pequeños Espacios

Ultima Actualización: viernes, 22 de agosto de 2014. Por: ANTONIO HEREDIA

Los sistemas políticos han convertido sus medios en fines, en una suerte de auto justificación dialéctica.

No sé si este concepto es prestado o propio. Lo cierto es que responde a una comprensión muy personal de la vida.
 
Creo que los mesianismos sociales fracasaron en sus esfuerzos por erigir sistemas sociales justos, humanos y solidarios. Las grandes revoluciones inmolaron más vidas que las que sus ideologías prometieron redimir. Se estima que más de 20 millones de personas fueron sacrificadas entre el triunfo de la Revolución Bolchevique y los regímenes de Lenin y Stalin en Rusia; hoy la ex Unión Soviética es un conglomerado de naciones autónomas con una economía de libre mercado.
 
Por su parte, la revolución china y su totalitarismo político, costaron más de 65 millones de muertos; hoy China es una potencia económica capitalista.
 
Los sistemas políticos han convertido sus medios en fines, en una suerte de auto justificación dialéctica. En unos, sobre la hegemonía del Estado, en otros, sobre la del mercado. En todos, el bienestar colectivo sigue siendo un proyecto inacabado cada vez más distanciado de sus concepciones originarias. Parte del error ha sido concebir a los sistemas como ordenamientos abstractos, absolutos, inmutables y superiores que se les imponen al individuo de forma severa y enajenante.
 
El hombre ha quedado desplazado, perdiendo centralidad y objetivo en su propio destino e historia; más que motor, es una menuda pieza de una máquina productiva o de poder que hay que mantener en marcha a toda costa. Hoy, a los ciudadanos le llaman consumidores; a las naciones, mercado; a los valores, libertades individuales.
 
Dentro del totalitarismo avasallante del estatus quo, debemos auto reconocernos y evitar nuestra dilución individual a partir de una búsqueda de nuestra misión personal de vida construyendo la “revolución de los pequeños espacios” que implica afectar constructivamente el lugar donde Dios nos ha colocado. Reconocer ese propósito de vida es lo que verdaderamente trasciende y perdura. Si todos les diéramos sentido y fuerza de compromiso a ese reconocimiento existencial, nuestro mundo fuera otro.
 
Tú y solo tú eres el héroe de la historia, empieza a hacerla en ti.