Opinión

 

SUN VILLAGE RESORT EN LA CUERDA FLOJA

Por: Luis H. Canela
22 de Septiembre de 2009 

Es duro decirlo, pero los únicos responsables de la debacle en los hoteles Sun Village Resort & Bungalows son las propias autoridades dominicanas; tienen años haciendo negocios sin que nadie fiscalice sus operaciones a profundidad.  

La misma actitud que ha ayudado a cercenar la cabeza de “la gallina de los huevos de oro”, me refiero al trato desconsiderado, no regulado, de vendedores, taxistas, dueños de gift shop, de restaurantes, que tenían como práctica la dualidad de precios; uno para el turista y otro para el local. Casos como el que una pieza, un cuadro por ejemplo, en un negocio te exigían quinientos pesos y a la vuelta de la esquina, el mismo cuadro costaba cien pesos.  Cobros abusivos por trasladar a un turista desde Playa Dorada hasta el centro de la ciudad y ni se diga si el trayecto era hasta Sosua o Cabarete.  

Todo eso ha ayudado a partirle la cabeza a la gallina porque nadie fiscaliza, nadie cuestiona, no hay reglas ni criterios para que haya permanencia en el negocio. Muchas veces eran las propias asociaciones de vendedores que establecían las reglas de juego. (Estoy escribiendo en pasado porque ahora mismo casi no hay a quien engañar) 

Desde un tiempo acá, los señores de Sun Village se sabe que tienen serios problemas con esos inversionistas extranjeros  y uno se pregunta qué han hecho las autoridades dominicanas para auscultar el calado de esos problemas.  Uno no es juez, muchas veces conociendo ciertas prácticas no se atreve a denunciarlas, no por temor, sino más bien por el sentido de la solidaridad para con el negocio turístico. Hay que reconocerlo, la prensa ha sido benigna, por ejemplo con el negocio de los  time share, una actividad que le ha reportado pingues beneficios a muchos “inversionistas” durante mucho tiempo pero cuya claridad es indefinida.   

Así han pasado las cosas y cada vez que un turista se da cuenta de que lo han timado, por pequeña que sea la suma, no vuelve. Año tras año nos la hemos pasado observando cifras de crecimiento en la llegada de turistas, pero la tasa de retorno de los mismos clientes –que es lo que verdaderamente hace que el negocio crezca—uno no la sabe. ¿Hacia dónde se fueron los alemanes? 

El comunicador Leonardo Medrano ha dicho en su artículo que “una corte federal de Miami Estados Unidos, congeló hace meses todas las cuentas de estos hoteles y de sus propietarios Fred y Dere Elliot, quienes están siendo acusados por un grupo de personas que supuestamente adquirieron bajo compra apartamentos, habitaciones y Bungalow’s en las propiedades que los Elliot operan y hasta el momento no han sido favorecidos con sus bienes, ni han tenido la devolución de sus depósitos…”.  ¿Quién  en nuestro país ha fiscalizado esas operaciones?  De seguro que nadie por temor a hacerle daño al turismo.  

La seguridad jurídica que muchos proclaman como una realidad, en este caso preciso no es más que una falacia. ¿Tienen esas "personas que supuestamente adquirieron bajo compra apartamentos" los títulos de propiedad registrados en nuestro país? ¿Tienen títulos emitidos por la oficina de registro? No se sabe. Hasta donde se conoce lo que tienen, son documentos de compañías off shore, es decir, contratos bajo firma privada que los acreditan como propietarios. Esas mismas propiedades, debido a esa situación, son pasibles de ser vendidas a varias personas a la vez. ¿Qué departamento del gobierno les explicó a esos compradores sobre el alcance real de la operación que estaban haciendo? Si el tribunal sentencia que hay una estafa. ¿Quién estafa? ¿A quién le cae con más peso el descredito internacional? ¿Al país?  

Lo más lastimoso del caso, independientemente de la irracional manera de hacer “negocios” son esos 409 empleados que “fueron mandados a sus casas hasta nuevo aviso con el compromiso de que su trabajo estará seguro”. ¿En verdad estará seguro? ¿Y si no, quién pagará sus prestaciones? Hay que esperar.  

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