Opinión

 

PARA PLAYA DORADA CON GARROCHA

Por: Luis H. Canela
05 de Octubre de 2009  

Ahora estoy confundido, muy, pero muy confundido. Creo que voy a tener  que tomar lecciones de salto con garrocha, será, digo yo, porque por más que piense, por más que invente no sé cómo, de qué forma, es que voy a seguir frecuentando la playa de Costambar o Playa Dorada.

Tengo que inventar algo,  porque después de la aprobación por parte de la Asamblea Revisora del párrafo que reza: “los ríos, lagos, lagunas, playas y costas nacionales pertenecen al dominio público y son de libre acceso, observándose siempre el derecho a la propiedad privada…”, no encuentro forma de cómo es que voy a disfrutar de esos bienes que “pertenecen al dominio público y son de libre acceso”, claro, a no ser que pague un fin de semana en uno de los hoteles propietarios de las porciones de playa.  

Lo primero que debo explicar, quizás no para todos los lectores, es el salto con garrocha como una prueba de atletismo que tiene por objetivo superar una barra situada a gran altura con la ayuda de una pértiga, es decir, una especie de tubo largo flexible.  

Ahora con este injerto que dice: “observándose siempre el derecho a la propiedad privada”, me imagino que, pretendiendo evitar que la gente común visite las playas propiedad de hoteles y ríos cuyo paso pertenece a dueños de fincas,  tendrán que colocar altas las alambradas de púas hasta muy dentro.  Para eso sería la garrocha, para sortear esos obstáculos.  

Habrá, vuelvo y digo, que meter alambres de acero inoxidable muy  dentro del mar para que los desheredados hijos de machepa no puedan bañarse.   Aunque debo confesar que hay muchos de esos desheredados que son ladrones, indeseables, vendedores inescrupulosos y gente de toda calaña que irrumpen en la tranquilidad de los turistas ocasionando graves perjuicios al negocio. Por suerte son unos pocos.

En Costambar el problema está resuelto,  nadie puede alegar que las playas son de propiedad pública y de libre acceso.  Ya, las pailas con espaguetis, los vasos y platos plásticos, las  latas de salchicha destapadas, servilletas, botellas de ron y cervezas vacías,  los pampers usados etc., que antes abundaban, desaparecerán.  

Las decenas de autobuses repletos de dominicanos que visitan Puerto Plata los domingos y días feriados, no tendrán suficiente espacio en la playa del Malecón que es el último recurso, claro, si no aparece algún legislador que se invente otro mamotreto que les impida a esos hijos de… (déjame no repetir otra vez la misma palabra) disfrutar del sol y del agua salada en ese lugar.  

Hay que estar atentos --de qué vale-- para que la Asamblea de “borregos” pastoreada hábilmente por la iniquidad nacida del pacto, termine con su arduo trabajo no vaya a ser que le quiten a uno el derecho a ir al inodoro.  

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