Opinión

 

LOS LUCHADORES HUYERON HACIA LA DERECHA,  COMO MELQUÍADES.  

29 de junio del 2007

A propósito de la deserción llevada a cabo por cinco deportistas luchadores enviados a España para un fogueo, me permito proferir las siguientes ideas.

No es como dice el Señor Antonio Acosta, Presidente de la Federación Nacional de Lucha de que los muchachos “traicionaron a la patria”. Y mire usted a ver, si tampoco es como dicen los luchadores de que se quedaron porque les adeudaban unas dietas.

Se quedaron porque aquí no hay condiciones para nada. Recuerdo cuando comencé a practicar Judo por allá por los años ochenta, teníamos una asociación que agrupaba a todos los judokas de la provincia, todos y cada uno de nosotros teníamos que pagar una cuota semanal para la compra de lo que hacía falta. Realizábamos rifas y las famosas Kermesses para agenciarnos los pasajes cuando íbamos a competir fuera de nuestra ciudad. Y pasábamos muchísimo trabajo.

Recuerdo que en una ocasión, en Azua, en un torneo nacional, tuvimos que dormir en el Tatami (colcha que  se usa para practicar Judo) porque no había dinero para alojarnos en ningún lugar.  Si bien es cierto que nuestro equipo salió victorioso, quizás como respuesta a la mala noche, también es cierto que esa situación se grabó para toda la vida en todos los que fuimos a esa competencia como una situación desagradable.

Hoy, tal como sucedía en esos tiempos, nuestros gobiernos no tienen una política definida para dar los recursos necesarios a las provincias. Todo lo que se presupuesta, bueno, no todo, vamos a decir, para mencionar un numero, el 90% de lo que es el presupuesto de Deportes se queda en las provincias de Santo Domingo y el Distrito Nacional.

La mecánica de repartición del dinero en todas las federaciones funciona por igual:  Los viajes de los federados, técnicos, médicos y la atención a los atletas de “alta competición” en casa, succionan la mayoría de recursos.

Es risible y hasta burlesco cuando se organiza cualquier actividad deportiva dizque en honor al Secretario de Deportes. Sería bueno que venga aquí a Puerto Plata y vea que no hay ni una curita para cuando se lesiona un jugador del deporte que sea. Claro, excluyendo a la Asociación de Baloncesto,  que genera recursos dada la popularidad de la actividad.

Se ha dicho un millón de veces acerca de la importancia del deporte en las escuelas, la importancia que reviste inculcar a cada niño las bienaventuranzas de hacer deporte, tanto desde el punto de vista físico como mental. ¿Hacia dónde van nuestros estudiantes en vacaciones? A las calles a competir en carreras de motocicletas, a beber, a fumar y a perder el tiempo en nimiedades. No hay instalaciones, no hay recursos, no hay monitores, no hay apoyo. Las provincias no son beneficiarias de los recursos que se consignan en el presupuesto para el deporte.

Voy a poner dos casos para que sirvan como ejemplo. El equipo de volley ball que nos ha representado tan dignamente durante los últimos años es hechura del sector privado. Que el gobierno,  después que esos deportistas comienzan a descollar,  quiera hacerse con el santo y la limosna, es cosa conocida.

Otro caso es el de los Geraldino en Judo. Esos muchachos lograron el nivel que tenían porque ellos mismos pagaban sus pasajes para irse a España, Argentina, Brasil, etc., a foguearse y sus familias le costeaban todo.

Muchas veces me pregunto si la medalla obtenida por Félix Sánchez en los Juegos Olímpicos no es más que una caricatura de la situación por la que atraviesa nuestro deporte. Una cosa es cierta, esa medalla no es nuestra, por lo menos no me considero, a nivel personal, propietario ni de una millonésima parte de ella.

¿O acaso usted cree que con las carencias alimentarias con que crecen los muchachos aquí iba  a ser posible la obtención de esa presea? No, de ninguna manera. Pasarán muchos años, pienso que como un siglo, antes que otro dominicano obtenga una medalla de oro en los juegos olímpicos. A Félix que me perdone, es, ciertamente un muchacho humilde que merece todo el reconocimiento del mundo por haber decidido competir por nuestro país, que en muchas cosas no es el suyo, que me perdone, pero yo mismo no lo hubiera hecho.

El sentimiento de gloria ficticia y artificiosa que generó en muchos corazones dominicanos la obtención de la medalla, contrasta con la repugnante realidad que se vive en cada rincón del país por la falta de recursos para el deporte. Como dije con anterioridad, no estoy hablando de las provincias de Santo Domingo y su Capital, eso es plato aparte.

Dejando de lado la rigidez de los artículos de Opinión, concluyo reproduciendo una imagen de Melquíades, para el beneficio de los que hayan olvidado ese carácter de los cartones animados, producto del ingenio de William Hanna y Joseph Barbera,  que tan buenos momentos nos hizo vivir y que forma parte del encabezado de este artículo:


Melquìades

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