LA ENVIDIABLE REPARTICIÓN DEL PASTEL TURÍSTICO
27 de Septiembre de 2008
Una cosa que hemos venido predicando desde
hace muchos años es la inclusión del centro histórico de Puerto
Plata en la envidiable repartición del pastel del turismo.
Recientemente escuché uno de los miembros
del Cluster Turistico hablar sobre la necesidad de que por lo
menos el 30% de los turistas que van a Playa Dorada, deben ser
motivados para que visiten la ciudad, caminen, vean, hablen con
la gente y sientan que han venido a un pueblo, no a cuatro
paredes con una playa enfrente. Que conozcan nuestros monumentos
y nuestra historia.
Estupefacto quedé cuando escuché al
prominente ciudadano externar semejante propuesta. Muchos años
han pasado desde que la debacle del “todo incluido” acabó con
todos los negocios pequeños de la ciudad.
Sin parecer pesimista, en realidad no lo
soy, no creo que los hoteleros de Playa Dorada que pagan su
promoción internacional, que tienen sus costos, su luz cara, su
nómina con todo y seguridad social, que necesariamente para
compensar, deben cobrar su parte en las excursiones que hacen
los turistas y vender en las tiendas ubicadas dentro de sus
establecimientos; van a dejar que sus clientes, cautivos por
derecho propio, brinquen la cerca y gasten sus dólares o euros
en otros negocios, en realidad no lo creo.
Es lúcida la idea del ciudadano, pero
primero habrá que educar a la población para que atienda como es
debido a esos necesarios visitantes, tanto a los que vienen de
paso como a los que establecen su residencia.
Una forma de educar a los ciudadanos en
torno al trato que deben dar podría ser la siguiente:
Las autoridades de turismo contratan el
polideportivo, luego, un día cualquiera se convoca a los
taxistas, otro día a los vendedores ambulantes, el otro a los
motoconchos, después a los dueños de gift shop, a las
prostitutas, los médicos, los abogados, en fin, a todo el que
comercia de una u otra forma. Cada día un sector. Ese día se
les da una charla de cómo se trata a un visitante, qué es la
atención al cliente, pero entre otras cosas se les explica
también: A los vendedores ambulantes que si la persona dice que
no una vez, hay que dejarla tranquila. A los motoconchos que
deben establecer una tarifa y que el agua y el jabón a veces hay
que usarlos para ir a trabajar. A los dueños de gift shop que se
pongan de acuerdo, que si un turista pregunta por un artículo y
usted se lo está vendiendo en trescientos pesos, que después no
encuentre el mismo artículo a cuarenta en otra tienda. A las
prostitutas que no le saquen las tarjetas de crédito al cliente
cuando esté dormido para pasarla en un verifón cercano. A los
médicos que el precio que deben cobrarle por los procedimientos
deben ser iguales que los que le cobran al dominicano. A los
abogados, bueno, a esos no me voy a referir porque si comienzo
no termino.
Lo que quiero decir con todo esto es que
antes de proponer una cuestión tan saludable para el
mejoramiento de la economía local, hay que tomar las previsiones
de lugar no vaya a ser que continúe sucediendo lo que sucedía.
Por derecho, la ciudad de Puerto Plata merece esos ingresos,
pero tiene que garantizar seguridad, sana competencia en los
precios y buen trato.
Cada ciudadano deberá cuidar esos
visitantes como si fueran su propia familia, entiéndase, cada
ciudadano, no solamente el policía turístico o el empleado de
hotel. Es ardua la tarea, pero posible.
Si todos los sectores de Puerto Plata se
unieran en torno a un objetivo en común, las cosas serian
diferentes. Se sabe bien que aquí, con sus excepciones, cada
quien está buscando lo suyo, un nombramiento, una contrata, un
permiso. La individualidad se impone mientras la colectividad
sufre los embates de una crisis que bien podría mejorar si se
toman medidas en conjunto producto del consenso.
A trabajar pues, que en la unión esta la
fuerza.
[email protected]
Su comentario sobre esta
opinión |
Evite los insultos, palabras soeces,
vulgaridades o groseras simplificaciones |
|
|
|
|