HOTELERÍA DEL TODO INCLUIDO HACIA
EL TURISMO INMOBILIARIO
Por: Luis H. Canela
Domingo 06 de Septiembre de 2009
Las conclusiones del diálogo nacional
interministerial sobre cambio climático organizado por Medio
Ambiente y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), han sido enfáticas al afirmar que el turismo de
República Dominicana es insostenible.
El desenlace del evento era predecible. Han dicho que la falta
de diversificación, la irresponsabilidad de los desarrolladores
de proyectos, el afán de lucro de los empresarios del sector, la
cultura de explotación y mal manejo de los recursos son las
razones fundamentales.
En el diálogo se debatió profundamente el tema del modelo
inmobiliario que es a lo que me quiero referir en este momento
porque, al parecer, después del todo incluido, el sector se han
quedado sin ideas mientras el gobierno se ha desentendido al no
controlar y sistematizar el cambio operado en el modelo de hacer
negocios. Los resultados para la economía tanto a mediano así
como a largo plazo podrían ser discutibles.
Convertir en apartamentos residenciales las instalaciones
hoteleras trae innúmeras consecuencias, desde la pérdida de
empleos directos e indirectos hasta desequilibrar la sinergia
que crea el flujo constante de turistas hacia una comunidad.
Los beneficios del modelo inmobiliario tantas veces aclamado y
defendido por los sectores interesados reducen de manera directa
la capacidad de las comunidades para subsistir. Innegablemente
que tiene sus ventajas, algunas
de ellas serian, por ejemplo, la contratación de personal de
limpieza, el consumo de alimentos, agua, energía. A corto plazo
impulsan la economía de la construcción con la generación de
trabajo para ingenieros, arquitectos,
decoradores, plomeros, electricistas, ebanistas, carpinteros y obreros.
El diálogo nacional interministerial sobre cambio climático
llama a este modelo de negocios "sesgo de corto plazo en
desmedro del sistema hotelero".
Ciertamente las bondades del turismo inmobiliario a corto plazo
son considerables, habría que ponderarlas a largo plazo. Vaya a
Cabarete y vea en lo que ha convertido a esa comunidad ese
modelo de negocios. El Estado dominicano debe convertirse en
guardián de una realidad que nos está arropando, que está
haciendo ricos, de manera casi inmediata, a unos pocos, mientras
el turismo de masas disminuye considerablemente con sus nefastas
consecuencias para las comunidades.
La coexistencia de ambos modelos sería lo ideal.
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