EN EL CUARTEL
20 de marzo de 2009
Ayer, otra vez, como
muchas veces, como siempre, mis obligaciones de trabajo me
impusieron tragarme el zumo acre de tener que visitar el cuartel
de la policía de Puerto Plata. Da miedo. Uno entra, busca caras,
busca expresiones de servicio, busca disposición, busca
asistencia, ayuda, apoyo, auxilio. ¿Y qué encuentra? Caras de
aburrimiento, hastío, cansancio, disgusto, irritación. Eso uno
encuentra. ¡Siempre!
Si no tienes un conocido
dentro, te jodiste. El cabo me dice que no puede sacar el chofer
de mi cliente de la chirola donde lo metieron porque le meten 30
días. Yo le digo que es un hombre de trabajo, que es un simple
problema correccional, que no es un asesino, un traficante, que
lo mantengan en la oficina de tránsito mientras viene el informe
del Ricardo Limardo. El cabo se niega, al chofer lo trancan
junto a los detenidos de la noche anterior. Hay muchos, según
vi, que por falta de cédula en sus bolsillos tuvieron que pasar
la noche inspirando el nauseabundo olor a mierda y pipí de mil
días. Por no tener el documento en sus bolsillos te amenazan, te
intimidan, te amedrentan, te abaten y te imponen prisión, no
importa que vengas de tu trabajo o que andes en lo que te da la
gana después de la media noche, si dejaste el documento; eres
hombre preso.
Allí, las caras de hoy
no son las mismas de ayer. Tanto las de hoy como las de ayer las
conozco poco. Las caras de ayer me hicieron visitar el cuartel
en más de cuatro ocasiones para obtener una certificación por
robo a uno de mis clientes. La certificación nunca pudo ser
obtenida. Hoy comprendo que esas caras de ayer no estaban en
trabajo, estaban en otra cosa, por eso no me hicieron caso ni a
mí ni al ingeniero. Pero las de hoy tampoco, no sé en lo que
están, ni me importa, tampoco hacen caso.
Para ir a la policía a
solicitar un servicio, una certificación, un acta o lo que sea,
hay que persignarse con el demonio. La moral del ciudadano
decente se ve reducida a basura. El ciudadano luce impotente,
imposibilitado, desalentado, abatido. Se supone que paga sus
impuestos para obtener a cambio un servicio.
Pero sigo diciendo que
las autoridades políticas mantienen sueldos de miseria a los
miembros de esa dependencia con la finalidad de que sea el
pueblo quien les pague el remanente y por eso se ven esas caras
de limosneros y menesterosos poniendo las cosas difíciles.
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