EL DESCARO DISIMULADO TRAS EL VELO
Tantos años de lucha, tanto tiempo siendo
segunda y tercera. Tanto trabajo con cordura para que don dinero
arrastrara sus aspiraciones por el suelo polvoriento.
Vergüenza contra dinero. No es la primera
vez que escucho esa frase. Doña Milagros, la que luce ser capaz
de afrontar el reto, la que luce más sincera, más espontánea,
franca, sencilla y natural, fue derrotada.
La sometió la fuerza del dinero, tuvo que
agachar su cabeza y arriar sus seguidores hacia los establos del
gran señor. La renovación de ese partido era ella. Sí,
Milagros, la que le dijo no al PPH en su momento. Sí, ella,
ella misma, la que no tiene cola, la que no tiene cuentas
pendientes por pagar, la que tiene argumentos contundentes y
experiencia sobrada en la administración pública.
Tiene de todo menos dinero. Es tan cierto
esto que digo, que los sectores poderosos, los que ayudan a los
que los ayudan cuando están en el poder, le dieron la espalda.
Ella representa la rectitud, la dignidad y la honradez.
Indudablemente eso no es bueno para ciertos sectores pudientes
que medran a la sombra de los gobiernos, que trafican, que
especulan, que prosperan bajo la negrura de la evasión de todo
pago por justo que éste sea.
Es cierto, la vergüenza pesa menos que el
dinero. La vergüenza es de humo y el dinero de plomo. Hay que
saber con cuales argumentos los ganadores de esa convención van
a convencer a la ciudadanía de votar por la maña disfrazada, el
descaro disimulado tras el velo. El tiempo, sólo el inexorable
tiempo dirá si la elección fue buena o mala. El tiempo es el
maestro de maestros.
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