DESEMBARGO
CUENTAS DEL AYUNTAMIENTO DE PUERTO PLATA
Por: Luis H. Canela
07 de Octubre de 2009
Hay que celebrar el
acuerdo a que finalmente arribaron las partes envueltas en la
litis que mantenía embargadas las cuentas del Ayuntamiento de
Puerto Plata. La
sensatez, la madurez de criterio de las partes envueltas se ha
impuesto gracias a la intervención de ciudadanos honorables,
comprometidos con las mejores causas para con la comunidad. Los
mismos actores, ciudadanos distinguidos todos, echaron a un lado
las bravuconerías, las disconformidades y desacuerdos para dar
paso al entendimiento, al buen juicio y la cordura que
posibilitó el arreglo.
La convivencia humana
en orden, supone el respeto al derecho del otro, las fronteras
del derecho individual no se superponen, el derecho de cada cual
se escinde, se rompe, desaparece, al chocar con los límites de
la frontera del derecho del otro. Sin embargo, hay causas que no
por ser legalmente justificables tienen necesariamente que ser
justas. Esta es una de ellas.
Existe un contrato, un
acuerdo refrendado válidamente por la institución del
Ayuntamiento que no puede ser negado. Sea que se trate de un
“contrato oneroso” calificación impropia expresada por algunos
comunicadores (se supone que quisieron decir contrato leonino,
exagerado, injusto, abusivo) ese contrato ha sido válidamente
refrendado por los elementos con calidad para hacerlo en el
determinado momento histórico en que se aprobó.
Que las sumas
envueltas sean exageradas no le resta validez al contrato, pero
se sabe, como hemos dicho,
que hay causas legalmente validas cuyo
principio, cuya esencia, puede estar viciada por excrecencias
moralmente difíciles de justificar.
A la luz de cualquier
observador imparcial e inteligente, no parecería justo que el
Ayuntamiento actual cargue con una deuda producto del
despropósito, del desorden y la insensatez de una autoridad
municipal díscola que se enriqueció a la luz de una organización
anárquica y el
desconocimiento pleno de los principios elementales de la buena
administración. De ella, hay mucha tela por donde cortar
incluyendo invaluables terrenos municipales cedidos a
particulares por solo mencionar un
caso.
A nuestro entender,
los honorables
ingenieros que refrendaron el contrato para el relleno
sanitario, cayeron en la turbulenta y sediciosa centrifuga de
malos administradores enganchados a políticos que viendo cómo se
les acababa el tiempo quisieron, como con muchas en otras cosas,
amarrar a la siguiente administración con compromisos harto
difíciles de cubrir, todo ello en detrimento de cada uno de los
puertoplateños.
Las autoridades
edilicias actuales deben honrar en todas
sus partes lo
pactado para que esta pesadilla heredada por todo el pueblo
desaparezca en su parte material, lo único es que deben dejar
bien documentadas las obras que se van a dejar de hacer por
efecto del pago de esas sumas de dinero (cuatrocientos mil
mensuales hasta llegar a dos millones) con la finalidad de que
ese desaguisado quede de manera perenne en la mente y el corazón
de cada uno de los habitantes de esta provincia.
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