DESTILANDO
POR LA VERDAD HISTÓRICA (1)
Para la
moralización de la sociedad, para rescatar la decencia, es
necesario que iniciemos un proceso de enderezamiento de
innumerables distorsiones históricas que en los últimos años se
han producido. Recuérdese que la inversión en la escala de
valores que impera actualmente en nuestra sociedad ayuda
precisamente a distorsionar la verdad histórica, permitiendo que
hechos repudiables hoy los veamos como correctos, adecuados
etc.
Por ejemplo, si nos descuidamos y no
iniciamos ya este proceso de enderezamiento histórico, en los
años venideros, Caamaño y el heroico pueblo que le acompañó en
aquellas jornadas de abril del 65, aparecerán registrados como
los villanos, los malos, mientras que el gorilismo militarista,
los yankis invasores, aparecerán como los héroes, los salvadores
etc.
En los últimos años se ha venido tratando
de acomodar la historia para favorecer la imagen de los que
ocuparon la posición de villanos en aquella época de grandes
batallas de nuestro pueblo por su libertad, por la democracia y
la soberanía nacional. Y como ocurre en todo, nos quieren hacer
creer que las cosas buenas son malas y las malas son buenas.
Analicemos sintéticamente los
acontecimientos históricos de abril del 1965:
Necesariamente hay que dividir aquel
episodio histórico en dos etapas, la primera, que tiene su
inicio el 24 de abril y que podemos calificarla como guerra
civil, donde el pueblo dominicano se levanta en asociación con
sectores militares, para derrocar uno de los regímenes más
corruptos que registra nuestra historia republicana y dentro del
cual se cometieron crímenes tan horrendos como el fusilamiento
de Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo), junto con un gran
número de sus compañeros de lucha.
Aquel esfuerzo libertario tenía como
objetivo principal reponer en la presidencia al Profesor Juan
Bosch y restablecer la Constitución del 1963, promovida y
aprobada bajo este primer intento democrático luego de la caída
del Trujillato. Recuérdese que el 25 de septiembre del 1963,
este gobierno democrático de Juan Bosch fue derrocado por los
señores militares, en asociación con malos dominicanos
aspirantes a sustituir a Trujillo.
La segunda etapa de este suceso histórico,
que se inicia el 28 de abril, cuando más de 44 mil militares
norteamericanos mancillan nuestra soberanía con la segunda
intervención yankis ocurrida en el pasado siglo XX. Entonces lo
que en su inició era una guerra civil, pasó a ser, y así
denominamos esta segunda etapa de abril, una Guerra Patria. El
pueblo pasó de una guerra por el retorno de la
constitucionalidad a una guerra por la defensa de nuestra
soberanía pisoteada por la botas del Imperio del Norte.
Pues bien, sin darle mucha vuelta a esto,
podemos identificar fácilmente quienes son los héroes y quienes
los villanos. Los que se vieron obligados a levantarse en armas
contra aquel gobierno denominado El Triunvirato, para
restablecer la democracia y a Juan Bosch en la presidencia,
indiscutiblemente que son los héroes, los buenos y todos
aquellos que tomaron partido con los golpistas, con los que
castraron aquel experimento democrático etc., definitivamente
por más que usted lo quiera adornar, fueron y son los villanos.
Culpables de haber cometido grandes crímenes en contra de la
libertad y democracia de nuestra Nación.
¿Puede ser un héroe, un patriota, el que
promueve la intervención norteamericana y se une al bando
extranjero para establecer y consolidar la intervención?. Claro
que no, ese debe ser identificado como TRAIDOR, antipatriota, un
ser indigno etc.
Los héroes, los patriotas, los encontramos
al lado de Francisco Alberto Caamaño, quienes sin importar el
poderío militar de aquel imperio, resistieron y enfrentaron la
invasión imperialista y no se acobardaron.
Que a cuarenta y dos años de aquellos
acontecimientos, los dominicanos promovamos la reconciliación,
eso esta bien, pero jamás retorciendo la verdad. La
reconciliación se debe dar, pero respetando la verdad histórica
y reconociendo que en abril del 1965 hubo un bando de malos
dominicanos que defendieron la perversidad, la indignidad, el
crimen, la intervención militar de los Estados Unidos, y por
otro lado, buenos dominicanos que murieron defendiendo la
democracia, la libertad y sobre todo defendiendo nuestra
nacionalidad y la Patria de Juan Pablo Duarte.
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