UN DÍA PARA LA JUVENTUD
Por: Derissé De León
Hoy celebramos el Día Nacional de la Juventud. Un
día en el que la Secretaría de Estado de la Juventud presenta el Premio
Nacional de la Juventud, certamen en el que se presentan varias
propuestas de jóvenes que trabajan por su comunidad y se destacan en
diferentes áreas y son reconocidos por dicha institución estatal y por
el presidente. Es una iniciativa que desde el año 2003 se ha mantenido y
es la máxima actividad que en el año realiza esa cartera.
Más que un premio en ese día, hay que adentrarse a
conocer el origen de este día y el porqué se celebra. San Juan Bosco, ha
sido reconocido como el santo de los jóvenes, el cual no fue más que un
sacerdote que hizo de su vida una real entrega por los niños y jóvenes
de su país y de su época. Su ejemplo de abnegación y admiración por la
etapa más preciada de la vida fue confiriéndole el título de santo. Su
vida, sus actos, hechos y pensamientos estuvieron consagrados a la
juventud.
La juventud de hoy aún no conoce las oportunidades
que tiene en sus manos y resulta que un gran mal les arropa. El tener
todo en sus manos, el poder tener acceso a un gran flujo de información
y el amor por obtener dinero de forma fácil ha hecho que hoy exhibamos
una juventud adolescente sumergida en la inercia, la vagancia, el
irrespeto y el egoísmo.
Inercia porque al tener todas las facilidades de
estudiar, trabajar, superarse; el joven de hoy se limita a gozar de los
placeres de la vida sin ver más allá de esos años de efervescencia.
Vagancia porque no emplean su tiempo en nada
productivo, sólo en largas horas para chatear y entablar conversaciones
sin sentido vía Internet, largas horas para manipular un iPod y darse un
banquete de mala música que a nada contribuye en el enriquecimiento
intelectual y espiritual.
Irrespeto porque si les reclamamos algo, su
indiferencia hacia el aprovechamiento de esa preciada etapa para crecer
integralmente ellos simplemente te ignoran, te tildan de atrasado(a),
creen que eres un padre aburrido, estricto y no dudan en alzarte la voz
y hasta querer golpearte. Cuántos padres mueren asesinados por sus hijos
y cuántos se sienten traicionados por sus hijos!! Cuánta violencia ha
traído el reggeatón, el tvcable, la Internet… ¿Cuántos padres se ocupan
de supervisar a sus hijos de manera que no invadan su mundo y sus etapas
de vida? Creo que con toda esta rapidez mundial y con estas crisis
económicas solamente sea un mínimo pues los demás están ocupados en el
pluriempleo.
Y finalmente son egoístas porque al no ser
supervisados se creen dueños y señores de todo y no entienden que un
apellido sólo les da un prestigio que se lo ganaron sus ancestros con
sus honras y famas, no ellos…sólo esperan la herencia de papá y
mientras, desperdician su tiempo ensimismados en ellos sin darse cuenta
que compartir con los demás todo lo que Dios nos dio es la experiencia
más cercana de hacer cumplir el mandato divino que dice: “Ama a tu
Prójimo como a ti mismo”.
Pero no todo está perdido; hay jóvenes muy humildes
que luchan por ser reconocidos, que estudian y al mismo tiempo trabajan
porque sus padres y familias dependen de ellos, porque ellos son su
esperanza. Esos ejemplos son los que un día los vemos siendo médicos,
abogados, científicos, ingenieros, artistas y hasta grandes presidentes…
Hoy resulta que los papeles se han invertido porque
lo tenemos todo en nuestras manos y no lo aprovechamos mientras que
nuestros padres tuvieron que pasar grandes penurias para poder formarse
y ofrecernos hoy una familia, una educación, salud y todo lo necesario
para vivir cómodamente. Recordemos que hoy somos un país libre e
independiente por la visión y pensamiento de un joven que dijo:
“Aprovechemos el tiempo”, y aglutinó una serie de jóvenes que creyeron
en esa visión y pensamiento.
Reconozcamos que esos jóvenes que aún quieren
progresar y entregar lo mejor de sus talentos merecen ser reconocidos de
entre ese gran mar de jóvenes hundidos en su inercia. Pero no sólo
necesitan premios en metálico y pergaminos, necesitan reconocimiento de
afecto de parte de sus padres, profesores, amigos, necesitan becas para
ir a las universidades, para hacer maestrías, postgrados, especialidades
y doctorados; necesitan empleo para dar lo mejor de sí y necesitan sobre
todo un premio espiritual que sólo se obtiene a través de la labor
pastoral de las iglesias, no importa cuál sea, necesitan descubrirse
interiormente y darle a su vida el gran premio: conocer a Jesús y darle
cabida en sus vidas.
Muchas felicidades a todos los jóvenes dominicanos.
Que Dios les bendiga!!
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