LAS CAÑADAS DE PUERTO PLATA
Hace una semana, en plena noche, me desperté sobresaltado debido
a un bramido inquietante que me recordó el terrible terremoto
del año 2003.
Afortunadamente, en cuanto que se disiparon
las brumas espesas de mi cerebro adormecido, pude darme cuenta
de que no se trataba de un seísmo, sino del tumultuoso flujo de
las aguas de lluvia en la cañada que bordea mi casa.
Como de costumbre, estas aguas desencadenadas arrastraban unas
toneladas de basura, y toda clase de objetos heteróclitos como
toneles metálicos, viejas sillas y butacas, botellas, colchones
destripados, cacerolas y calderos desbaratados, troncos de
árboles, etc. Llevados vertiginosamente por las aguas
desenfrenadas, estos objetos golpeaban estrepitosamente las
paredes cementadas de la cañada, lo que añadía una nota bastante
siniestra a esta terrorífica avalancha nocturna.
A la mañana siguiente, con el fin de informarme sobre el drama
enloquecedor de todos estos torrentes de aguas fangosas que
surcan nuestra ciudad, después de cada aguacero, acudí a la casa
de un vecino mío, un eminente arquitecto avezado al espinoso
problema de las cañadas de Puerto Plata.
Según me ha dicho, las personas cuyas casitas están colocadas a
lo largo de estas cañadas utilizan estas vías de aguas pluviales
para el depósito de sus inmundicias. Resulta que cuando las
lluvias enrarecen, la basura que se amontona en las cañadas
ofrece un aspecto sumamente impresionante. Y en estas zonas
desfavorecidas, no hay duda de que el aire ambiente es
extremadamente pestilencial, con motivo de la fermentación
pútrida de todas estas montañas de detritos que, muy a menudo,
son la sepultura provisional de las ratas, de los perros y gatos
muertos de la región.
Y cuando finalmente llega la lluvia salvadora, las aguas bajando
de las montañas se llevan toda la basura apilada desde varias
semanas. Desafortunadamente la mayoría de las veces las paredes
de las cañadas no están cementadas, lo que facilita el
desbordamiento incontrolable de un horroroso magma formado de
agua, de lodo, de grava, y de basura.
Este magma inunda los terrenos contiguos,
así como las casitas de los riberanos.
Por falta de información, yo creía que la acumulación
sistemática de basura en las cañadas, y su evacuación impetuosa
y torrencial en el momento de las lluvias, eran una costumbre
imputable a una deficiencia educativa de parte de los
contraventores. Pues bien, que no. En absoluto. Esta pobre
gente que vive a lo largo de las cañadas, esta llevada a este
lamentable extremo por la simple razón que, en su sector, no
existe un servicio organizado de recogida de la basura.
Y esos desgraciados moradores se ven
obligados a arreglárselas como puedan.
Ahora, ¿saben ustedes adonde van a verterse todos estos toneles,
sillas, butacas, colchones, botellas, y troncos de árboles que
arrastran las aguas de lluvia en las diferentes cañadas de
Puerto Plata? En el mar directamente. No siempre, es verdad,
pero muy a menudo. Debemos reconocer que, de vez en cuando, el
Ayuntamiento procede a la recogida de estos detritos, y a la
limpieza de la desembocadura de las cañadas.
Sin embargo, como para agravar este serio problema, los
jardineros y el personal sirviente de ciertas casas acomodadas
bordeadas por una cañada, tiran también sus inmundicias en la
misma aunque , en el sector donde trabajan, se benefician con la
recogida regular de la basura. Absolutamente incomprensible.
Email
[email protected]
Website
http://www.claudedambreville.com
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