¡CUIDADO CON LOS LADRONES¡
11 de diciembre de 2007
Hace poco, en la calle
Separación, estuve a punto de hacerme atracar. Eran las tres y
pico de la tarde, andaba apaciblemente, teniendo descuidadamente
en la mano un sobre blanco. Sin sospecharme en absoluto de que
este sobre lleno de facturas y otros papeles sin importancia,
hubiera podido atizar la rapacidad de los ladrones y carteristas,
yo deambulaba serenamente, observando con ojo distraído las
hermosas casas antiguas de Puerto Plata.
De repente, un joven
motorista que pensaba sin duda que había algún dinero en mi
sobre, se detuvo cerca de mí, se bajó prontamente del vehículo,
y me soltó un “oye” tan sonoro como descortés. Yo me paré en
seco, y con aire desconfiado, fijé los ojos en él. Mirando mi
sobre de soslayo, con el fin de adivinar el contenido, el hombre
me preguntó en voz bastante gritona:
Caballero, ¿donde esta el
local del partido X…?
Por mala suerte, la calle
estaba casi desierta, y el muchacho podía fácilmente quitarme el
sobre de la mano, y además robarme la cartera, sin preocuparse
de las escasas personas que le podían ver.
Rápidamente yo puse cara de
circunstancias antes de contestar con voz cuatro veces más
gritona que la del joven motorista:
No, no, y no. No se nada.
Pregunte a otro.
Me creerán ustedes si les
digo que, con mi vociferación, con la barba en desorden, y la
mirada de intento extraviada, logré obtener el resultado deseado:
el atracador volvió precipitadamente a su moto, y se alejó sin
decir nada. Apuesto mucho que este ratero frustrado me había
tomado por un loco furioso y violento, recién escapado de un
hospital psiquiátrico.
Aprovecho la ocasión para
recomendar a los moradores de esta ciudad sean más prudentes.
Ayer mismo, haciendo fila en una oficina para pagar una factura,
he visto a alguien salir del bolsillo un espeso fajo de billetes
que, con todo candor, él se puso a contar. No se si este hombre
trataba de impresionar a una preciosa mujer de la fila, o si
quería simplemente suputar los gastos que iba a hacer. Sin
embargo, sea lo que sea, estoy seguro de que este caballero ha
cometido una imprudencia grave, al dar a conocer a todos
aquellos que le observaban, que él tenía en el bolsillo un
paquete muy decente de pesos.
Esta actitud insensata y
aberrante hubiera podido atraerle muchos problemas. Uno de los
testigos de su grotesca exhibición de dinero pudiera agredirle
en una calle de poco tránsito, con objeto de mangarle la
totalidad de sus billetes.
En resumen, en lo posible,
debemos tener cuidado con no tentar a los bandidos. A veces,
sin que nos demos cuenta, somos nosotros los que les inspiran su
más próximo atraco, poniendo ingenuamente a la vista demasiado
dinero. A ese respecto he notado que la mayoría de los cajeros
y cajeras de Puerto Plata se creen invulnerables e inatacables,
con motivo de la presencia protectora, a dos o tres metros de
sus cajas, de un vigilante armado con una escopta.
Frecuentemente, con la más
grande desenvoltura, estos cajeros y cajeras hacen sus cuentas
en las barbas de los clientes. Tienen delante de ellos un
montículo de billetes que manipulan con toda tranquilidad.
Olvidan que la ocasión hace al ladrón. El espectáculo
sorprendente de todo este dinero puede dar unas ideas muy
atrevidas a un joven parado desesperado, por ejemplo. Turbado
por este montón de pesos, este joven parado puede volver con
unos amigos delincuentes. Y, como esto ya se ha visto más de
una vez, estos bandidos no vacilaran en matar al vigilante,
antes de pasar a la acción. De lo cual se deduce que, a veces,
la protección de un vigilante se revela muy ilusoria.
Antes de poner término a
este artículo, quiero hablar sucintamente de una clase de
ladrones que acabo de descubrir: “Los rateros de hospital”.
Esta ralea astuta se introduce en las habitaciones hospitalarias,
supuestamente para informarse sobre el estado de los enfermos.
Pero, muy a menudo encuentran a todo el mundo durmiendo a
pierna suelta: el paciente así como los parientes cansados que
están a su cabecera.
No queda ya más que cargar
con las dos o tres carteras que siempre andan rodando por encima
de un canapé o una mesilla.
Email
[email protected]
Website
http://www.claudedambreville.com
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