"CASOS, RUMORES, MENSAJES Y ALGO MÁS"
NATURALEZA POLÍTICA
12-12-2007
Apenas unas horas del
paso de la tormenta Olga (y ¿a quien le importa si tropical o
subtropical?), hacía mi camino acostumbrado de Puerto Plata a
Sosúa entre la verde y desordenada alfombra dejada por la
borrasca. Árboles torcidos y caídos, cables del tendido
eléctrico y ramas rotas componían, en su mayor parte el
escenario gris de esta mañana en la que, ineludiblemente hay que
trabajar y seguir hacia delante, porque ya no podemos sentarnos
a lamentar los sucesos. Hay que superarlos y continuar.
A pesar de toda esta
melancolía después de la tempestad, hubo un momento de reflexión
al notar que entre todas las cosas caídas que había por los
suelos también estaban los letreros de los políticos, con sus
caras retorcidas y sus sonrisas de celofán convertidas en
grotescas muecas que ya no quisiera ver usted en algún callejón
oscuro. Con todo esto, también era notorio que mucha publicidad
de las distintas empresas estaba intacta. No había sufrido
menoscabo alguno y tal parece que aquellos vientos que tumbaron
árboles ni siquiera tocaron esos letreros, pero se ensañaron
contra los letreros de los políticos.
Es sabia la naturaleza,
que habla hasta por señas y movimiento de las cosas para darnos
a entender que el futuro reside en el trabajo honesto y tesonero
y no en la fe puesta en la cuadrilla presidencial de turno. No
está el avance en las promesas huecas de la ya gastada e
indignante clase política actual, recurrente de la mentira y la
demagogia para ganar simpatías. Y en este punto no me importa
decir sin compromiso alguno, que entre los letreros más
retorcidos y afeados estaba el hombre de los salchichones, quien
ha convertido las aspiraciones legítimas de cualquier dominicano
en el más aberrante e indignante circo de miseria, al degradar a
nuestros hermanos poniéndolos a correr detrás de sus carros a
cambio de las chucherías temporales que, si bien no resuelven
tan siquiera la comida de un día, comprueban fehacientemente el
daño que su partido hizo en la mente de nuestro pueblo que fue
acostumbrado a las funditas y a la idea del “dame lo mío” por
décadas interminables.
No corren detrás de él
porque se estén muriendo de hambre, sino porque no hay nada
mejor que lo “dao”, en ambiente de chercha, ron y batahola. Así
un hombre procura hacerse presidente de la República, comprando
las conciencias de los ignorantes. Ignorantes producidos por las
políticas coloradas de treinta años de despojo de la dignidad
humana en una mano y en la otra la fundita de la humillación.
Políticas populistas que vinieron a ser refrendadas por los que
les siguieron en la exhibición rampante del saqueo a la patria.
Cajas blancas llenas de huesos negros.
Ahora, si bien un líder
goza de grandes simpatías dentro del electorado, está rodeado de
un equipo ecléctico, e ineficiente y cuestionable en muchos
manejos. Este equipo, está colaborando fuertemente en su ruina y
el líder no dice nada. Eso es metida de pata tras metida de pata.
Patético.
Por lo pronto, en el
medio estamos nosotros. Muchos quieren hacerse los locos en este
apartado de la historia y cerrar los ojos pensando que alguien
va a cambiar este sancocho. Mientras tanto, la naturaleza habla.
Sigue su curso impávido diciéndonos en dónde están las
respuestas, llamándonos a hacer un alto y considerar los cambios
de actitud que tenemos que hacer frente a la vida al considerar
el propósito de nuestra existencia. Una de sus grandes lecciones
es precisamente de que si tenemos fe, la pongamos en Dios y no
en los hombres que convierten el ejercicio político más en su
circo personal que en soluciones reales para los dominicanos.
Tengamos fe, sí, y esforcémonos en el estudio y el trabajo.
Transmitamos estos principios a las generaciones más jóvenes y
veremos que nuestra patria va a cambiar.
Ya vendrá el tiempo
cuando miraremos a los actuales políticos momificados en museos,
como un oscuro recuerdo de épocas pasadas y superadas.
caramand.blogspot.com
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