Opinión

 

"CASOS, RUMORES, MENSAJES Y ALGO MAS"

 

EL PODER ESTÁ EN NUESTRAS MANOS. LAS DE TODOS

Un periódico mostraba las fotografías de personas que habían sido condenadas por un juez estadounidense a portar por cuatro horas un letrero que decía  “soy un ladrón”.  Esta sentencia, peculiar en su especie, había sido catalogada de cruel por muchos que vieron a estas personas con ojos de pena, ante la pública exhibición de su falta, al tiempo que soportaban las miradas contradictorias y, en muchos casos, las palabras hirientes de otros que consideraban muy blando el castigo. 

No faltaron comentarios de personas de nuestro país, señalando el contraste de nuestra sociedad con aquella, denostando la nuestra en materia de justicia, por miles de razones valederas, entre ellas la falta de verdadera justicia con relación a los robos y otros delitos; la modorra y falta de interés de los miembros de la uniformada con los casos del día a día en los que el ciudadano común se ve impotente; la complicidad de muchos agentes en los delitos cometidos y, sobre todo, la realidad de que los mayores ladrones no han visto la cárcel ni en postalitas. 

Para poder encontrar una vía de solución a esta marcada realidad nuestra, en este punto, es necesario que cada dominicano haga un análisis concienzudo respecto de nuestro actuar ético particular. Para esto, en primer lugar, es necesario un nuevo pensamiento y una nueva convicción de que no lograremos alcanzar nuestros sueños como individuos, como sociedad ni como país en tanto sigamos la corriente individualista y sigamos pensando que somos islas aparte en las que no necesitamos al prójimo para nada que no sea embromarlo (por no decirlo vulgarmente).  Vivir para nuestro yo sólo es comparable a lanzarnos en una motocicleta, en vía contraria, por una calle de mucho tránsito. Podremos esquivar muchos obstáculos pero tarde o temprano chocaremos por descuido o por cansancio.   

En segundo lugar debiéramos revestirnos de la humildad que se supone, debe producir el conocimiento y, a través de la misma, identificar a aquellos seres humanos, mujeres y hombres capaces de inspirarnos a la realización de nuestras metas.  No hablo de identificar babosos oportunistas que juegan al juego de la política con sus rancios discursos y sus mentiras de ocasión. Hablo de maestros, de seres humanos de trayectoria, no necesariamente ricos en dinero, pero ricos en enseñanza y, sobre todo, en carácter. Por lo regular estos individuos no son los que enfermizamente promueven candidaturas. En este momento aprenderemos que las cosas o son buenas o son malas, que el punto intermedio es lo que ha dañado la humanidad, queriendo convencernos, casi siempre que las malas acciones son justificables dependiendo de las circunstancias. Echemos de nosotros este punto de vista perverso. 

Una vez aprendamos que el bien común es la tranquilidad de todos y que la sociedad se construye a través de la enseñanza y con una mente firme de todos los que la guían, entonces, sin titubeos, deberemos ser inflexibles con los que quieren servirse de ella impunemente.  

Nuestro pobre país, ha sido demasiado blando con los ladrones de cuello blanco. No hay uno solo preso por los millones de millones que se han expropiado a lo largo de los últimos cien años. Cada vez que sube alguien nuevo al poder pensamos que viene el pago merecido a los que han cargado un fardo tan grande en los hombros del pueblo, pero todo se diluye en amagos y componendas casi familiares. Todos están conectados como miembros de una familia y los meneos de la justicia para citarlos no son más que capítulos del mismo show que termina en final feliz para los ladrones y no así para el pueblo.  

Esta inflexibilidad nuestra para con todo lo que se opone a lo justo, deberá alcanzar a todo individuo u organización que quiera burlarse de los principios y de las leyes, así sean acaudalados empresarios y familias de alcurnia o simples ministriles de la barriada. Nadie debe estar por encima de las leyes. 

Hasta ahora, deberíamos sentirnos avergonzados de nosotros mismos cuando vemos a los  criminales y desfalcadores pavoneándose por nuestras calles con soberbia y con la barahúnda  detrás de ellos ejerciendo el lambonismo rampante; ensalzando la figura de aquel que robó y triunfó. 

También han de tocar los que abusan de la libertad de prensa y expresión para esparcir mentiras y confundir a la población a causa de intereses de particulares, quienes han olvidado su compromiso con la verdad y la imparcialidad; chupamedias, loadores corruptos, bufones de la pluma, payasos de cámara y micrófono, participantes del mismo círculo de corrupción y sembradores de corrupción en las mentes del pueblo. 

Es posible, si queremos, que cambiemos nuestra patria para bien. Pero es imposible que suceda si antes no lo hacemos nosotros mismos en nuestro interior. Meditemos, pues y actuemos; por nuestro bien y por el de nuestros hijos. Está en nuestras manos el hacerlo, no digo que será fácil pero sí que es posible. 

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