"CASOS, RUMORES, MENSAJES Y ALGO MAS"

 

MESURA COMUNICADORES

El comunicador no puede abstraerse a la realidad de que también es ciudadano. Cumple con deberes, tiene derechos, pero también simpatías políticas. No debe ser hipócrita, pero tampoco exhibicionista, pues tiene que recordar que su papel no es un compromiso con un sector de la sociedad, sino con la verdad, la justicia y con toda la sociedad, así sea para con los de su parcela política, como para los que no lo son.   

Digo esto a propósito de la batahola de muchos actores de los medios que tuvieron un gran protagonismo defendiendo en el pasado la candidatura del presidente Dr. Leonel Fernández e insultando las aspiraciones del Ing. Hipólito Mejía. No insultaban la reelección de Hipólito, sino que denostaban su atrevimiento, al juzgarlo como lo peor que había pasado por la silla en el último siglo. 

Sea esta apreciación veraz o no, lo cierto es que ahora estos comunicadores despotrican en contra de aquel para quien levantaban las banderas y loaban sus dotes de estadista. No había nadie como él ni mejor que su equipo económico para la solución de los problemas de la Patria. Hoy el panorama es distinto: Nada en su gobierno (el de Fernández), es bueno; se esmeran encontrar motivos de denuncias y ven corrupción hasta en el agua del botellón.  

La realidad que siempre nos acaba a los dominicanos es que a todos nos gusta ser importantes, a todos nos gusta ser líderes, a todos nos gusta estar cerca del poder y todos consideramos que nadie mejor que nosotros para solucionar la cosa (especialmente la nuestra).  Por esta razón los tantos periodistas que otrora estuvieron loando a Leonel, hoy lo acaban, pero, aunque su estrategia de comunicación lleva el sello “reelección” como argumento central, lo cierto es que no es la reelección lo que atacan: Atacan al que representa la pérdida de su oportunidad de ganancias y de poder. 

No hay diferencia, en esta forma de comportamiento, entre el activista de la base, el que ondea la bandera o que se mata con otros de otro partido por su candidato y el periodista que pone su pluma o sus presentaciones al servicio de un candidato cualquiera.  Lo único que se saca de esto es desprestigio y afrenta a una clase que está llamada a la imparcialidad y que ha ganado con sangre y fuego su derecho a ser oída, sin presiones de ninguna índole, sean éstas tiros o sobornos.   

Un comunicador que se presta para la abierta y vergonzante bandería política como la que sufrimos cada día en esta isla es alguien que ha perdido, lamentablemente, el foco de su rol social, pero a la vez, alguien que está dispuesto a trabajar a favor de la mentira en tanto que la misma favorezca a su partido y a distorsionar la verdad si ésta, por el contrario, no renta a sus aspiraciones políticas. 

Todos conocemos quienes son y conocemos sus brillantes mentes, que han caído muy bajo en este proclamar cada día de hombres que representan sus aspiraciones particulares, que no del pueblo.  

Debo hacer honor a la figura de Don Álvaro Arvelo hijo, quien por muy fieros que hayan sido los tiempos y las condiciones políticas de nuestra nación, siempre se ha cuidado de no ser, mediante su interactuar de cada día en la Z101, identificado bajo ninguna sombra política. A cada quien le da lo suyo y se esfuerza por ser justo con todos los candidatos y sus respectivas gestiones, así sean eruditos funcionarios o mequetrefes enganchados a políticos. A muchos abolla con sus agudas inferencias sobre sus errores y a otros ensalza por sus merecidos laureles en la gestión que realizan. 

Seguirá por tanto, flotando en la constelación de estrellas de la comunicación de República Dominicana para la posteridad y el mundo. 

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