¡¡Basta ya de venenos!!
Un pedazo de carne se convirtió nuevamente en el arma que mató el pequeñito perro Pomeranian que había cuidado con tanto celo desde el pasado abril. Veneno “tres pasitos” embutido en la carne, pasos sigilosos alrededor de mi casa, un lance de la carne sobre el muro y ¡Zas! ahí terminó la vida de mi perrito y por poco le cuesta la vida a otra perra más grande, la cual, gracias a Dios, pudimos salvar. La verdad que ya estamos cansados de que éste sea el método favorito de quienes roban o de quienes no tienen otra forma de exteriorizar su envidia hacia las personas que creen en el trabajo y en el estudio como medios de superación. Es triste mirar el cúmulo de años vividos en Puerto Plata y no recordar que ninguno de mis perros se haya ido al otro mundo de otra manera menos cruel e inhumana. Para el amigo y caro lector podría serle indiferente el que utilicemos el espacio para hablar de estos seres caninos; sin embargo, lo que nos ocupa no es tanto la frustración que produce la crueldad hacia los animales, sino llamar a la conciencia sobre la producción y la comercialización de este veneno letal conocido como “tres pasitos”. Cualquier mequetrefe entra a un establecimiento y compra este poderoso veneno sin que nadie sepa las intenciones albergadas en su corazón. Dejando a un lado a los perros ¿Se ha preocupado alguien por saber cuántos niños pequeños han sido víctima de envenenamiento por esta sustancia manejada irresponsablemente? ¿Ha consultado alguien alguna estadística sobre suicidios ejecutados a través de este producto? ¿Quién produce este elemento dañino a la salud? ¿Cómo se distribuye? ¿Cuáles son las normas y regulaciones que el estado ha provisto para controlar la venta y el uso y manejo de esta sustancia? No quiero adelantarme pensando que no hay nada que nos proteja, sin embargo quiero dejar en las mentes entendedoras que hay que ponerle freno a la comercialización del “tres pasitos” y hay que poner un ojo sobre los que lo compran, pues por lo regular lo hacen no con el fin de acabar con las ratas pues está demostrado que se matan las primeras y las demás luego no hacen caso del cebo; sino que hay otras tareas indignas que pretenden realizar. Es necesario cortarles el paso al amplio grupo de antisociales merodeadores de residencias que pretenden entrar a nuestras casas deshaciéndose primero de nuestros queridos perros, mascotas inofensivas, ajenas a las elucubraciones de sus asesinos, para así tener a sus anchas el camino abierto para perjudicar nuestros bienes y nuestra familia. ¡¡Frenémosles ya!! |