Un plan de ahorro de energía
El tema del ahorro y la
eficiencia energética han de tratarse con un carácter de sostenibilidad,
y no deben ser abordados a través de un plan cuyo título incluye la
palabra “contingencia”, la cual lo limita y le resta sentido de
realidad.
Históricamente los planes a
nivel estatal están muy desacreditados, no por falta de iniciativa e
ideas, sino por la debilidad en la ejecución y sostenibilidad de los
mismos.
Eso se evidencia desde la
carencia de un Plan Nacional de Desarrollo hasta la inconsistencia de la
gran mayoría de planes sectoriales que han sido preparados en las
diversas áreas y cuya ejecución satisfactoria ha sido muy cuestionada.
El tema del ahorro y la eficiencia energética han de tratarse con un
carácter de sostenibilidad, y no deben ser abordados a través de un plan
cuyo título incluye la palabra “contingencia”, la cual lo limita y le
resta sentido de realidad, cuando desde hace tiempo nos encontramos en
estado de contingencia energética.
Nuestra condición de dependencia casi absoluta de recursos energéticos
derivados del petróleo, no nos deben permitir ver la eficiencia
energética como una acción coyuntural.
Existen acciones de corto plazo
que sí pueden responder la intención de los gobiernos de enfrentar las
contingencias. No obstante, existen otras de mediano y largo plazo tanto
normativas, coercitivas y de cambio cultural que nos permitirán
transitar el camino de la independencia energética.
Como acciones puntuales, el plan debe insertar al currículo educativo
primario una asignatura de ahorro de energía; normalizar y etiquetar la
importación de todos los artefactos eléctricos y prohibir la importación
de bombillas incandescentes; implementar cursos de manejo eficiente en
el sector del transporte público y privado; eficientizar el tráfico
vehicular sincronizando los semáforos y señalizando las vías.
Debe implementar las energías renovables, tanto para producción de
electricidad como combustibles. Cambiar horarios laborales y escolares.
Instalar plantas de generación
con combustibles más eficientes. Realizar auditorías energéticas en las
industrias, comercios e instituciones públicas.
Implementar transportes masivos
eficientes. Renovar el parque vehicular y restringir la importación de
vehículos ineficientes y de alto cilindraje.
Es una incongruencia tratar el tema de la reducción de los impuestos a
los combustibles dentro del marco del ahorro de energía, ya que el
problema no radica en la disminución del impuesto sino en el uso que se
hace de los mismos, sumándose a la vez la inelasticidad de la demanda de
combustible respecto al precio.
Es decir, una disminución del
impuesto no disminuirá el consumo, y un aumento del mismo tampoco,
además, que el GLP es un combustible sustituto subsidiado.
Lo más importante es crear la conciencia ciudadana de nuestra pobreza
energética como resultado del derroche y el poco aprovechamiento de las
alternativas existentes.
Milton Morrison es ingeniero
[email protected]
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