¡POR DIOS!, ¿Y PUERTO PLATA?
Esta lucha tiene
que librarse una vez más, exigirse a diario, por todos los
medios posibles...
Cuando se
escribe con indignación, se corre el riesgo de dejar a un lado
el raciocinio. Por eso haré todo el esfuerzo posible por
expresar con cierta claridad lo que a continuación me propongo.
Al momento de escribir estas líneas, en un periódico de
circulación nacional, en su edición digital, se publica que el
Secretario de Obras Públicas anuncia la construcción del
Boulevard Turístico del Atlántico. Y, ante tal noticia, con
cierta emoción por dentro– o ingenuidad de mi parte, porque me
parecía demasiado bueno para ser verdad- me certifiqué de qué
realmente se trataba este proyecto. Y para mi grata sorpresa-
con toda la ironía posible en el mundo- resulta que dicho
Boulevard será destinado a la red vial Nagua- Samaná, conformado
el mismo por una longitud total de 123 kilómetros, de dos
carriles, de los cuales 99 kilómetros corresponde a
rehabilitación y los restantes 24 kilómetros a obra nueva, con
una estación de peaje en el kilómetro 8 al este de Nagua
(consultar página Web
http://www.bta.com.do/proyecto.html).
Entre las
bondades que se indican que tendrá este nuevo proyecto citan el
desarrollo integral de influencia a lo largo de la carretera, lo
que significará dicha infraestructura para el desarrollo
turístico de la Península de Samaná, entre otros. Y yo me
explico, yo me pregunto, pero con una indignación profunda, pero
¡Por Dios!, ¿Y Puerto Plata? ¿Y la carretera de cuatro carriles
Puerto Plata – Santiago? ¿Pero y el puerto turístico y comercial
que necesita Puerto Plata? ¿Y nuestro Centro Cultural, que se
dijo se haría en las instalaciones del viejo Palacio de
Justicia? (no es que lo anuncien, es que lo hagan). Pero,
vuelvo y repito, ¡Por Dios!, Puerto Plata tiene 30 años
reclamando estas obras que son vitales, urgentes,
importantísimas, necesarias, para un desarrollo sostenible de
toda la provincia.
Y tenemos 30 años reclamando, hacia el vacío,
estas y otras reivindicaciones, sin que nadie nos escuche. Pero
es una falta de respeto a lo nuestro el que se haya hecho caso
omiso durante tanto tiempo a nuestras peticiones. Sin dejar de
reconocer que parte de las reclamaciones sociales que se han
hecho sin concretarse radica en una falta de unidad de nuestra
provincia, no quiere decir que los gobiernos deban abandonarnos
a nuestra suerte.
Desde la etapa democrática de nuestro país, la
provincia de Puerto Plata ha sido la que, tras el Distrito
Nacional y la Provincia de Santiago, ha aportado más al fisco
dominicano. Y uno se pregunta, ¿y la retribución de todo eso? Da
pena, y vergüenza, que nosotros los Puertoplateños, con excusas
baladíes, hayamos estado separados al momento de exigir lo
nuestro. Porque no son reclamaciones que deba hacer un partido
político, ni la sociedad civil, ni las instituciones religiosas,
deportivas, empresariales, etc., son reclamaciones que debe
hacer la comunidad de Puerto Plata sin tomar en cuenta las
ideologías. ¡Por Dios!, ¡Por Dios!, no es una cuestión de color
ni de preferencia política, es una cuestión de identidad, de
unidad, de capacidad de mirar más allá.
Esta lucha tiene que
librarse una vez más, exigirse a diario, por todos los medios
posibles, todos, con la firme convicción de que es obligatorio
que se debe lograr. No hay opción a equívocos, no hay opción.
Es
urgente que el Senador, el Sub Secretario de Turismo, todos los
Diputados, el Síndico, los Regidores, y la Gobernadora (todos),
con la oposición (toda), y la sociedad civil y empresarial
(toda), se unan con una sola voz cantante, por el bien de
nuestra provincia. No es una guerra contra el gobierno, es una
guerra por nosotros. Pregúntense ustedes si estas reclamaciones
las estuviesen haciendo empresarios de Santo Domingo o
Santiago, e imaginen los resultados.
¿Y es que aquí no hay
capacidad para lograr lo que otros ya han hecho? ¿Dónde están
los hombres y mujeres de buena voluntad en esta provincia?
Entiendo, que es una oportunidad exquisita para replantearnos
como sociedad y como Puertoplateños. De no lograrse nada,
resignémonos al fracaso, y convirtámonos en el consuelo de los
ineptos. Me río, para no llorar.
El Autor es Abogado.
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