PERDON
La capacidad que tiene
el ser humano de, a través de su imaginación, llegar a donde
quiera, lo convierte en una especie única en este mundo. A
través de la imaginación se han empezado innumerables proyectos
en todas las sociedades del mundo que precisamente por ella han
podido convertirse en realidad.
La lástima viene cuando
todo aquello que imaginamos no se convierte en realidad, y es
entonces cuando nos desilusionamos. Pero la desilusión también
es parte del ser humano, y por ello no debemos prescindir de la
imaginación, arma letal, si se quiere, y arma preciosa, en otras.
En la ocasión, decidí
imaginar qué era el estado dominicano y he decidido pedir perdón
a la sociedad dominicana por el dolor que vivió durante los 31
años de dictadura del dictador Trujillo. A veces, o muchas veces,
la sociedad dominicana intenta prescindir de su pasado, tan solo
con la vaga intención de vivir el presente. Claro, así no se
vislumbra el futuro. “Los pueblos que olvidan su historia están
condenados a repetirla”.
Pretendo pedir perdón
por todo ese sufrimiento que millones de dominicanos vivieron
durante dicha dictadura, por tantos asesinatos, torturas,
violaciones, ilegalidades y atrocidades que se cometieron. Si
usted se acuerda de alguna asquerosidad más que se haya cometido,
pues entonces le doy las gracias por hacerlo (es que fueron
tantas las vulgaridades que incluso no pecaría si no las
nombrara todas).
Quiero pedir perdón,
porque desconozco que alguna vez se haya hecho. Y de haberse
hecho, pues servirá de mucho pedir perdón de nuevo, porque
cuando tanto dolor se ha producido, pedir perdón es lo menos que
se puede hacer. Faltaría más. Perdón, porque para todas esas
personas que deseen olvidar ese pasado funesto y vivir una vida
digna, ellos necesitan perdonar. Y si no se les pide perdón, ¿Cómo
perdonan? Quise pedir perdón, para que todos ellos sepan que yo,
el estado dominicano, estoy arrepentido de haber hecho tanto
daño, de haber causado tanto dolor.
Perdón, para que esa
parte de la historia sea superada, mas no olvidada. Perdón,
precisamente para que esa historia, jamás, jamás, sea repetida,
no solamente en nuestro país, sino en ningún rincón del mundo.
A todas esas personas
que sepan, que el gran esfuerzo de todos aquellos que
contribuyeron de manera directa o indirecta para que dicho vacío
jurídico fuera superado, ha sido la venganza misma, esa venganza
dulce de un pueblo que se expresa, y al hacerlo, reivindica con
tinta de sangre que las ideas no pueden ser eliminadas a través
de la violencia, sino a través de las ideas mismas. Porque eso
es lo bueno, lo invaluable que poseen las ideas, y es que ellas
mismas le permiten a una sociedad encontrar nuevos rumbos.
Y gracias a Dios que
desde la muerte del Trujillo ellas nos sirvieron de mucho.
Gracias a esas ideas, vivimos hoy en democracia. Perdón, les
pido perdón para que puedan perdonar. De no haberlo hecho,
hubiese corrido el riesgo de que todos los dominicanos tuvieran
la oportunidad de no hacerlo. E imagine usted las consecuencias
que se derivan cuando no se otorga perdón. Perdón, y gracias.
Gracias por haber permitido que con su esfuerzo hoy vivamos otra
realidad. Y perdón, del alma, por no haberlo hecho antes.
El Autor es Abogado.
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