Opinión

 

POR UN NUEVO ORDEN JUDICIAL

7 de julio de 2007

El sistema actual que rige nuestra justicia es el conocido como el sistema legalista formal, donde prácticamente se establece que la decisión de dirimir los conflictos recae sobre los jueces que ejercen sus funciones a través del aparato judicial.

Este sistema legalista formal, incrustado en la mayoría de los países que poseen al sistema romano germánico como su sistema matriz, en esencia o en parte (también en los del Common Law), alimenta la conducta del litigio, ya que el juez debe necesariamente, para solucionar los problemas, enmarcarse dentro del ámbito estrictamente jurídico para zanjar las diferencias entre partes.

Es el mismo sistema legalista formal que ata de manos al juez, quien no puede solucionar los conflictos yendo más allá de la esfera jurídica, escapando así a su control cualquier tipo de situación social, económica, cultural, que quisiera tomar en cuenta y el sistema no se lo permite, porque debe imponer siempre la legalidad en todo caso.

No es que el juez no tome en cuenta estos aspectos anteriormente mencionados, ni que debe dejar de ser imparcial (jamás), pero es que el juez bajo este sistema solucionará los conflictos siempre encuadrando los conflictos dentro del terreno jurídico, y es aquí donde el sistema legalista no permite al juez tomar amplitud en la toma de sus decisiones.

Más aún en el aspecto civil, donde el juez tiene una mayor restricción, limitado por el principio dispositivo, el cual lo intima a accionar de acuerdo a los impulsos procesales que hagan las partes. Este sistema legalista formal, al ser tan estricto y obligar a quienes imparten justicia a actuar sólo dentro del ámbito puramente jurídico, ha traído como consecuencia que, en países como Francia, Canadá, Portugal, entre otros, desde la década de los noventa, hayan implementado en sus sistemas de derecho, los mecanismos alternativos de resolución de conflictos.

Han incluido los mecanismos de la conciliación y de la mediación como formas extrajudiciales que conlleven a solucionar los conflictos que a diario se producen. La gran ventaja de estos mecanismos es que permiten a quienes acuden a ellos, resolver sus diferencias sin tener en cuenta necesariamente los aspectos jurídicos de los problemas, creándose así una amplitud mayor en la búsqueda de soluciones que las que ofrece el sistema legalista formal, que en todo caso, se impone con su decisión.

Puede el conciliador o el mediador retirarse del ámbito jurídico y buscar soluciones basadas en aspectos sociales, económicos, de relaciones humanas, etc. Hoy día estamos en presencia de un sistema legalista formal que no ha logrado su objetivo de alcanzar la paz social como referencia, y por tal razón, en la época post industrial se ha venido aplicando también un último sistema que conjuntamente con el legalista formal, tratan de alcanzar dichos objetivos de justicia: y es el sistema de la normativa tecnocrática, donde ya el juez no sólo cumple su función principal de juzgar, sino que pasa también a ser una especie de psicólogo, sociólogo y administrador de la justicia.

En nuestro país este aspecto ha sido reglamentado por la resolución no. 402-2006, del 9 de marzo de 2006, emitido por nuestra Suprema Corte de Justicia.

Si bien es cierto que debe de aplaudirse el incluir estos mecanismos alternos de resolución de conflictos a nuestro espectro jurídico, no menos cierto es que legislar sobre ello resulta sumamente necesario, ya que la puesta en práctica de dichos mecanismos puede crear diversas problemáticas.

Ya el sistema legalista formal va en decadencia, producto de una justicia que se impone, y eso, molesta a la sociedad, sustituyéndose ésta por una justicia negociada, en donde las partes tengan una mayor libertad de subsanar sus diferencias.

Al fin y al cabo, es la ciudadanía que rige los cambios de la sociedad. Esta vez le tocará al sistema judicial dominicano adentrarse en estos nuevos tiempos, siempre con la firme convicción de servirle con mayor efectividad al país. Más allá del marco legal, se encuentra la justicia. Apostemos a ello.

 

El autor es Abogado.

Contacto: [email protected]

 
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