Y LA CASA SIN BARRER
Por: Ramón Tejeda Read
Miércoles 11 de Marzo de 2009
Los usuarios y usuarias de teléfonos pagamos a las
empresas –y éstas pasan, a su vez, al gobierno— un 16% de Itebis, un 10
% del ISC, y un 2% de CDT; total: un 28% que, dicho sea de paso y sin
agregar el ISR que paga “titiri mundati”, no impide que estemos entre
los mejor comunicados en nuestra región, en un país donde un teléfono
celular, más que un medio de comunicación, es una marca de estatus
económico y social.
Toda aquella carga impositiva, salvo el 2% que toca
a Indotel, se dirige al Estado, al gobierno central, el cual, a su vez,
la distribuye como tiene establecido.
¿Dónde están los Ayuntamientos en ese reparto? No
sabemos. Pero he aquí que las telefónicas usan los postes y los espacios
y usan y hoyan las calles de los municipios sin que eso parezca importar
mucho a la hora del reparto. Porque bien dice el refrán que “el que
parte y reparte toca la mayor parte”; y quien parte y reparte este
pastel es el Gobierno… que, dicho sea de paso, ese adefesio llamado Liga
Municipal nunca ha querido servir para nada.
El Gobierno central y centralizador -hijo legítimo
de un Estado central y vertical a prueba de toda reforma— ha devenido
así en “garante” del “desarrollo” nacional. Pero se trata de un
“desarrollo” que necesariamente debe estar entre comillas porque se
centra en la Capital y, en menor grado, en dos o tres provincias.
La casi monopolización del Presupuesto Nacional en
la ciudad o, como mucho, en dos o tres ciudades, es el resultado de
décadas de semejante gestión. Así tenemos una ciudad Capital
hipertrofiada, gigantesca hasta el ridículo, y unos municipios
languidecientes, disminuidos y abandonados y con alcaldes y concejales
que -salvo alguna que otra excepción- no tienen ni idea de cuáles son y
deben ser sus funciones.
Las consecuencias no pueden ser más penosas.
Basura, basura y más basura diseminada por todo el país. Calles, caminos
y aceras que son el retrato del abandono y de nuestra miseria material y
espiritual, y leyes, reglamentos y ordenanzas que no se cumplen y
pueblos enteros a la deriva, esperando la beneficencia estatal que los
instrumentaliza.
Es nuestra desgracia. Los municipios buscan fondos
y piden una tajada de los impuestos a las telecomunicaciones. No les
falta razón, pero habida cuenta de lo que hacen con lo que reciben, el
gobierno central se resiste y se aprovecha, la LMD sólo se aprovecha y
las telefónicas no quieren más impuestos a traspasar a los usuarios —que
lo agradecemos— y así vamos, como dice el refrán, “el uno por el otro y
la casa sin barrer”.
¿Hasta cuándo?
Su comentario sobre esta
opinión |
Evite los insultos, palabras soeces,
vulgaridades o groseras simplificaciones |
|
|
|
|