Opinión

 

VINO NUEVO EN ODRES VIEJOS

Por: Ramón Tejeda Read
Miércoles 04 de Febrero de 2009

Si el Estado existe es porque es una necesidad de la sociedad.

El Estado no surgió de la nada. No cayó del cielo. No es el fruto de la invención de nadie. Es el resultado de la evolución de la sociedad humana en miles de años.

Que ha sido un gran instrumento en manos de unos pocos que lo han usado para dominar a las mayorías; que ha sido un recurso formidable para esos pocos acumular riqueza y Poder; que a su amparo se ha cometido y se siguen cometiendo todo tipo de excesos…

Cierto. Pero ésos no son problemas del Estado en sí, sino de sus administradores, es decir, de los gobiernos.

Lo ideal — y por ello debemos luchar ciudadanos y ciudadanas, de ahí la importancia de la Política — es que el Estado sirva cada vez más los intereses de la sociedad.

Y que la misma sociedad y todas sus instituciones — desde la más humilde y remota Junta de Vecinos, hasta la más sofisticada ONG o sindicato — participen con el Estado y el Gobierno en la gestión de los procesos sociales.

Proponía Danilo Medina que las comunidades sean las responsables de la administración de las escuelas. Excelente idea. Y no sólo de las escuelas.

Las instituciones comunitarias pueden — y de hecho lo hacen en más de un lugar — participar en la gestión de los procesos de salud a todos los niveles; en la administración de determinados aspectos de Justicia (en las Fiscalías Barriales, verbigracia) y en  los de Seguridad a nivel comunitario, como se ha intentado, aunque con poco éxito, desde la Mesa Barrial de Barrio Seguro.

¿Quién puede estar más interesado que las propias comunidades en que salud, educación, justicia, seguridad… marchen bien? De paso, la participación comunitaria es garante de la transparencia que tanto necesita nuestra sociedad.

Una de las funciones fundamentales del Estado — y, por consecuencia, del Gobierno — debe ser acompañar a la sociedad;  acompañar a las comunidades y garantizar su participación para asegurar el éxito de los procesos y de las iniciativas sociales y gubernamentales.

Podremos tener no uno, sino varios metros y trenes; podremos tener multitud de puentes, elevados y carreteras; podremos tener crecimiento del PBI y mucho más, pero si no tenemos desarrollo social e institucional— “desarrollo político”, decía Bosch — no tenemos nada.

Seguiremos, como dice la Biblia en algún lugar, “echando vino nuevo en odres viejos”; y los odres viejos dañan, tornan rancio y de mal sabor al vino nuevo. Es la realidad.

 

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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