UN BUEN PROYECTO PARA EL MAL
Por: Ramón Tejeda Read
Miércoles 25 de Marzo de
2009
Casi un millón de analfabetos tiene la República
Dominicana. “Setecientos treinta y nueve mil jóvenes y adultos entre
los 15 y los 50 años de edad”, dice el secretario de Educación Melanio
Paredes, apelando a la encuesta Endesa del 2007.
Él mismo desconfía del dato aportado por la
investigación porque recuerda, con razón, que mucha gente al ser
preguntada miente sobre el particular por vergüenza. Es decir, advierte
Paredes, “podrían ser muchos más” los analfabetos.
El economista Carlos Despradel (El Caribe, 23 de
marzo) aporta más datos sobre el tema.
El Word Economic Forum ha publicado recientemente
un “índice mundial de competitividad”, el cual ofrece “datos
comparativos de 134 países de todas las regiones del mundo” en
diferentes áreas.
Entre esos 134 países la República Dominicana ocupa
el lugar 133 “en lo que respecta a la calidad de la educación primaria y
también muy bajo en lo que concierne al gasto en educación”.
¿Fallan los maestros y maestras? Eso quieren
algunos simplistas que creamos. Pero no. Falla el sistema. Falla el
modelo de desarrollo adoptado hasta ahora que ha sido incapaz de superar
esa lacra que actúa para la sociedad en su conjunto como el grillete que
se colocaba en los pies del esclavo.
Falla el modelo que abandona a la escuela pública
–sobretodo- y la coloca en segundo, tercer o cuarto plano,
convirtiéndola a veces en “conejillo de indias”, objeto de experimentos
caprichosos y de “soluciones” calcadas a lo “sueños de niños”.
La deserción y la repitencia en la educación media
y en la superior sumadas a grados lamentables de mediocridad en los
egresados indican que el futuro nos agarró “asando batatas”, sin un Plan
Nacional de desarrollo integral vertebrado en torno a una educación de
calidad y con un ejército de excluidos sin posibilidades de ejercer su
derecho a una vida decorosa y a disfrutar del conocimiento creado por la
humanidad.
Si, como proponía Martí, hay que “ser cultos para
ser libres”, no nos debe caber la menor duda de que subsistimos en un
modelo bueno para producir esclavos. Como canta Víctor Manuel San José
Sánchez, “nuestra sociedad es un buen proyecto para el mal”.
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