Opinión
 

UNA LECCIÓN DESDE VALLEJUELO  

Por: Ramón Tejeda Read
Miércoles 05 de Noviembre  de 2008

En la perspectiva del pasado 23 de octubre escribí:

“Siempre he creído que la solución de muchos de los problemas ciudadanos sólo es posible  mediante un serio matrimonio entre el Estado y las organizaciones comunitarias. Es decir, que el buen gobierno no puede hacerse al margen de instituciones tan necesarias.

Sólo mediante el trabajo comunitario —esa labor de hormiga que llevan a cabo hombres y mujeres pertenecientes a la comunidad— se puede llegar a tiempo a los ciudadanos, de manera eficaz e integral y con el mínimo de costos.

La comunidad es el espacio en que convergen todas las políticas públicas, tanto estatales como municipales. En consecuencia, es allí donde se encuentran las instituciones y en donde se comprueba finalmente la eficacia y pertinencia de sus iniciativas. De paso, es en la comunidad donde se llevará —o debía llevarse a cabo— la debida contraloría social”.

Pues bien, las monjas de la Congregación de las Hermanas Dominic y la Junta de Agricultores de Vallejuelo, en San Juan de la Maguana,  han venido a demostrar que no andamos descaminados quienes así pensamos.

Monjas y agricultores denunciaron en junio pasado la estafa que pretendían cometer contra el Estado algunos de los encargados de reportar a la Secretaría de Agricultura la cantidad de cebolla pesada y recibida de los agricultores.

Según ha informado el secretario de esa cartera, se había reportado la compra de 204 millones de pesos,  pero la cantidad real eran 124 millones, de los cuales ya la institución ha pagado 46.

Los 80 millones de diferencia se quedarían entre personas que se hicieron pasar como productores de cebolla y que fueron incluidos en la lista de acreedores por responsables de la Secretaría de Agricultura que han sido cancelados, según informó el secretario Salvador Jiménez.

Pero ha sido la acción responsable de las monjas de la Congregación de las Hermanas Dominic y la Junta de Agricultores de Vallejuelo la que ha defendido al Estado y los derechos de los productores y han demostrado que lo único que puede hacer frente realmente a la corrupción es la acción de la comunidad a través de sus instituciones.

Es decir que, como advertí en aquella Perspectiva del 23 de octubre pasado, “mientras no haya desde el Estado y los gobiernos municipales una política de permanente ayuntamiento con las organizaciones comunitarias más allá de las banderías de toda laya, estoy seguro de que no hay que hablar de desarrollo social ni cosa por el estilo y seguiremos derrochando recursos en iniciativas llamadas a no tener permanencia en el tiempo”.

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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