SUENA A BURLA
Por: Ramón Tejada Read
Miércoles 22 de Octubre de 2008
En Bolivia, millares de indígenas, campesinos y
obreros han caminado decenas de kilómetros en reclamo de apoyo al
referendo que aprobará o rechazará la nueva Constitución propuesta por
el Presidente Evo Morales.
La multitud finalmente ha conseguido que los
opositores pongan fecha al referendo: enero del próximo año.
En Ecuador, el pasado 28 de septiembre el pueblo
aprobó con más de un 70 por ciento la nueva Constitución propuesta por
el Presidente Correa, la cual entró en vigor el pasado lunes al ser
publicada en el Registro Oficial del Estado.
América Latina vio antes el mismo proceso de
plebiscito y aprobación popular de la Constitución que funda la
República Bolivariana de Venezuela.
En nuestro país el Presidente Fernández inició hace
cuatro años un proceso de reforma de la Constitución que ha entrado en
su fase final con la introducción en el Congreso de la propuesta
elaborada por especialistas y por personas e instituciones de la
sociedad.
En rigor, no se trata de una refundación de la
República o del Estado dominicano ni cosa que lo parezca, y ya eso lo
advirtió el propio Presidente Fernández en su momento, a propósito de
los reclamos sobretodo del Partido Revolucionario Dominicano para que la
reforma se apruebe mediante un plebiscito.
Al Partido Revolucionario Dominicano le tocó
gobernar por ocho años—de 1978 a 1986—y lo hizo ¡sin alterar el texto
constitucional balaguerista de 1966!
Luego, en su tercer período de gobierno—del 2000 al
2004—patrocinó un espectáculo de reforma que no pudo ser más ridículo.
En consecuencia, ¿por qué ahora esos reclamos de
plebiscito y de oposición a la iniciativa gubernamental en pretensión de
una radicalidad que no ha exhibido cuando ha ejercido el Poder?
Jugar al “oposicionismo” en procura de cosechar en
río revuelto presenta al PRD en muy mal talante.
¿Por qué en los 12 años que le tocó gobernar no fue
tan militante de las reformas constitucionales como pretende serlo
ahora?
En Bolivia, Ecuador y Venezuela han sido aprobadas
nuevas constituciones que permiten una mayor y mejor distribución de las
riquezas; que devuelven Poder a los pueblos y que dan inicio a
verdaderos procesos revolucionarios democráticos.
En nuestro país se propone una reforma que procura
actualizar, modernizar el Estado burgués y en eso el PRD debía estar
absolutamente de acuerdo con el Presidente Fernández, puesto que el PRD,
aunque lo diga su apelativo, no es revolucionario ni cosa que lo
parezca, sino un partido más del sistema.
Pedir una Constitución “que garantice pupitres y
cuchara” suena bien en boca de un líder comunitario de Capotillo, pero
en la de líderes políticos que han ejercido el poder tres veces sin
poner el menor caso a la Constitución suena a burla.
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