SOBRE LA VERGÜENZA, OTRO PAR DE PÁRRAFOS
Por: Sara Perez
25 de mayo de 2008
He recibido una gran cantidad de
reacciones, de todo color y calibre, a mi artículo publicado el pasado
domingo en El Nacional. Hablaba sobre la vergüenza que debían tener
Leonel Fernández y el Partido de la Liberación Dominicana, por la
lastimosa e indigna forma en que condujeron su campaña electoral,
groseramente ostentosa, financiada con recursos del Estado, como es
común pero no normal, ni aceptable, ni legítimo en nuestro país y
llevando las nocivas y envilecedoras prácticas del clientelismo y la
prostitución política a niveles sin precedentes, en descaro, frecuencia
y costos.
Al momento de publicarse el
artículo, estaba haciendo mis maletas para venir a República Dominicana,
donde actualmente me encuentro, visitando a mi familia. Pensaba tomarme
unos días de asueto en este oficio de opinar, pero en vista del interés
despertado por mis reflexiones que parecen haber tocado algún punto
sensible en la conciencia de muchos, he decidido sacrificar un instante
de mi descanso y añadir un par de párrafos al tema, especialmente,
luego de encontrarme aquí y ver aún más de cerca las acciones del
gobierno. ¡Cuánta desinformación! ¡Qué falta de criterios! ¡Cuánta
mentira! ¡Qué prensa!
En la pasada campaña electoral,
el Presidente Leonel Fernández y el Partido de la Liberación Dominicana,
quitaron todos los frenos y abrieron todas las compuertas a la
corrupción rampante. ¿Cómo van las autoridades a frenar la delincuencia,
si son las primeras en salir a la calle a ostentar su falta de
integridad, a exhibir su éxito violando la ley, a vanagloriarse de lo
distraen de los fondos públicos?
Oficializaron y legitimaron
toda la hamponería y crapulosidad de los que han hecho del Estado
dominicano una presa despellejada impunemente. La campaña de Amable
Aristy Castro, con sus salamis, puercos y pollos fue menos sórdida que
la de ustedes, alumnos de Bosch, que para lo único que alguna vez
tomaron en sus manos un libro de éste, fue para llenarlo de mugre. ¿Con
qué ojos fue que lo leyeron?¿Hasta dónde piensan llegar para retener el
poder? ¿No piensan ustedes ponerle un precio límite a lo que están
dispuestos a pagar?
Es esta última campaña, el PLD
se desnudó de arriba abajo, dejando a la vista no sólo sus similitudes
con lo que criticó por décadas, sino su superioridad en el
perfeccionamiento de la corrupción gubernamental, de la falta de
principios, de la ambición desbocada y de la inescrupulosidad para
embestir y mellar los precarios vestigios de equidad y democracia que
pudiera haber en la sociedad dominicana.
A José Tomás Pérez, debía darle
vergüenza que a un allegado suyo lo agarraran comprando cédulas y más
vergüenza debía darle por los otros miles de allegados que hicieron lo
mismo sin ser identificados con su nombre, aunque todos los conozcan.
¡Qué vergüenza señor Presidente! Un alumno de Juan Bosch ganando
elecciones con cédulas compradas en las esquinas, con tarifa de mil
pesos, pagados al contado por unos tígueres pavoneándose de su hazaña.
Y si yo fuera el licenciado
Julio César Valentín, honorable presidente de la Cámara de Diputados, me
avergonzaría de lo que pudiéramos tener que ver yo y mi partido en la
repartición de más de 25 millones de pesos, un par de días antes de las
elecciones, nada más en Santiago y en bonos para hacer compras en los
supermercados destinados a la gente de clase media que no se mete en los
rebuses de las funditas. Qué innovación está haciendo el PLD, la fundita
VIP.
El Presidente y al PLD debían
avergonzarse de multiplicar lo peor de nuestra herencia de arbitrariedad
y poca transparencia y de perpetuar las lacras que debían enmendar. Y no
estoy reclamando ninguna revolución, sino un poco de decencia. De esa
que alguna vez dijeron que eran los únicos que la tenían y ahora resulta
que son a los que más les hace falta.
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Publicado con autorización expresa de su autora.
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