REFORMA Y
SEGURIDAD SOCIAL
Por: Rafael Sánchez Cárdenas
Martes 16 de Diciembre de
2008
Todos los sectores nacionales miran, piensan y
golosean, cual niños en Reyes, el oro brillante en que se han
transformado los fondos de Pensiones y Jubilaciones de la Seguridad
Social dominicana. Una riqueza hecha, al destile, del sudor de obreros y
empresas, los dueños reales del oro: RD$ 68,000,000,000. Lean bien,
sesenta y ocho mil millones de pesos.
Tanto dinero ha estado guardado en la banca local,
quien lo capta, por varios años, generando intereses muy bajos, que
rondan del 4% al 5% anual. Nunca más de ahí. Pero resulta que la
inflación nacional supera siempre esas tasas, con lo cual se puede
concluir, fácilmente, que esos fondos vienen sufriendo depreciación
continua desde siempre. Y los dolientes, los preocupados, los políticos
de todos los colores, las sotanas, los hacedores de opinión pública,
empresarios, en fín, el gallinero criollo, en el buen sentido aclaro,
permanecen tranquilos. Una opinioncita aquí, una quejita allí. Como para
dejar constancia de la aflicción.
El Presidente ha hecho público su apetito. Y, qué
bien!. Enhorabuena. El Estado mismo no cumple con la ley de seguridad
social en la entrega de los fondos que debiera transferir. Pero,
¿invalida esto la intención presidencial de usar esos fondos en
viviendas sociales y obras públicas?. ¿Podría usarse ese dinero en la
construcción de torres de apartamentos para profesionales y clase media,
casas económicas o de nivel medio, según los casos, para ciudadanos
interesados o viviendas para fines sociales pagadas por el Estado?. ¿Es
posible proveer financiamiento blando a la pequeña y mediana empresa,
que ofrezcan mejor rendimiento de los recibidos por los fondos de
pensiones actualmente? Sin ninguna duda.
El problema está en los procedimientos, controles y
a quién, cómo y quién tiene el poder de decidir y/o recibir el uso de
los recursos. El Estado nuestro no puede, ahora, atribuirse el poder
absoluto sobre los fondos, enteramente ajenos a él, mediante el sólo
recurso de la mayoría parlamentaria, sin romper el consenso social
necesario para su uso en condiciones de legitimidad absoluta y
rentabilidad o retorno garantizado.
¿Permite la Ley actual conocer y aprobar, por
proyectos específicos y concretos, técnicamente evaluados y que ofrezcan
las garantías debidas, la necesaria movilización de esos recursos?
La oposición política y el partido de gobierno
debieran, con responsabilidad, tomar este tema, urgente y necesario,
como punto de partida hacia la búsqueda de los pactos políticos,
económicos y sociales imprescindibles para el desarrollo nacional.
Asegurar los terrenos vitales a la República mediante el consenso. Es la
forma más digna de hacer política. La pradera del discenso local es
demasiado grande para procurar cada quien su mejor pesca, fuera del
oasis de la unidad nacional.
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