Que no sea un muladar
La lucha contra las prácticas corruptas en la
administración pública no puede ser un tema de campaña electoral.
Es decir, el tema de la corrupción no puede ser un recurso para ganar
votos a costa de la descalificación del adversario.
Se puede recurrir a semejante recurso a falta de mejores propuestas y
argumentos—ya lo estamos viendo—pero entonces es obvio que no hay un
compromiso tal con el adecentamiento de las instituciones públicas sino
un mero pretexto para ganar votos.
La campaña electoral, de esa manera, de espacio destinado para el
lanzamiento y discusión de propuestas para enfrentar los serios retos
que tiene por delante nuestro país, deviene en puro lodazal.
Las argucias legales levantadas por la oposición contra el
gobierno—sometimientos incluidos—tuvieran más peso y sentido si los tres
gobiernos que hasta ahora ha hecho el PRD—muy reciente el último de
ellos—hubieran sido modelos de pulcritud en la administración de los
bienes públicos.
Sus propias recriminaciones contra las negociaciones del gobierno con
la Sun Land, por ejemplo, pierden validez cuando se comprueba que los
representantes oposicionistas en su momento aplicaron mecanismos de
financiación igualmente pecaminosos.
La corrupción no es un tema para cuando se está en la oposición,
sino—sobretodo—para cuando se está en el Poder.
Ahí es donde se ven realmente los compromisos con la transparencia, la
honestidad y con la realización de la política desde una perspectiva
ética.
Los dominicanos y dominicanas tenemos derecho a que el período
electoral no sea un muladar.
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