¿PUEDE LA BANCA PÚBLICA SER CIUDADANA?
Por: Roberto Rodriguez
Marchena
Viernes 31 de Octubre de 2008
El lunes de esta semana publiqué “La banca pública
y los déficits”.
Hoy, recibí una gentil notita de Orión Mejía,
director de comunicaciones del Banco de Reservas, que dice: “Saludos
Roberto: Daniel Toribio te manda a decir que agradece el artículo
sobre la eficiencia y solvencia del Banreservas. Me pide también
sugerirte que, a los fines de nuestra mayor comprensión, elabores un
poco más el concepto de “banco ciudadano”. Aprecio de Orión.”
Entre otras cosas escribí que la gestión de Daniel
Toribio y su equipo al frente del Banco de Reservas ‘ha sido una muy
buena gestión “gubernamental-privada” de un banco público. Los
peledeístas han demostrado ser buenos banqueros. Cuando escribo esto
pienso también en las gestiones en el Banco Central y en la
Superintendencia de Bancos. Eso, además de ser un logro administrativo,
es una victoria política importantísima sobre el descrédito sistemático,
inmisericorde y permanente promovido desde lo privado contra la gestión
y propiedad pública.
“Victoria administrativa y política que puede ser
muy útil para avanzar y lidiar con la situación actual del crédito en
República Dominicana.
“Economistas del gobierno, de la oposición e
independientes sostienen –en apoyo de las medidas monetarias del Banco
Central- que el déficit en la cuenta corriente en la balanza de pagos y
la amenaza de inflación es el principal problema de la economía
dominicana.
“Sin embargo, si bien es cierto que existe un
gravísimo problema provocado por el mencionado déficit, amortiguado
feliz y recientemente por el descenso de los precios del petróleo,
fertilizantes, cereales y grasas, hay que decir que hay otras urgencias
tan o más dramáticas; lo que hay es una simultaneidad de muchos
déficits.”
Me refería a los déficits de ingresos (el 75% de
las familias dominicanas ganan menos de 20,000 pesos mensuales), de
empleos y calóricos (el consumo de carne de pollo y huevos ha descendido
dramáticamente este año y aumentado la desnutrición en los niños); el
déficit de un mercado con bajo poder adquisitivo que afecta a la
producción y otros.
Visto y comprobado que el Banco de Reservas, como
banco gubernamental, tiene acceso a dinero sin costo alguno, lo que le
facilita lograr utilidades formidables, comparables con las del primer
banco privado dominicano, y por demás el lucro que persigue tiene
vocación solidaria por ser propiedad pública, entendí que era “oportuno
que el Banco de Reservas, a diferencia del Banco Central, y
naturalmente, a diferencia de la banca privada, buscara la manera de
conciliar el interés gubernamental con el interés ciudadano y con ello
parecer menos “privado”, menos “gubernamental” e intentar ser “más
ciudadano.”
¿Cómo puede llegar a ser el Banco de Reservas un
banco ciudadano, que los ciudadanos y ciudadanas no lo vean como otro
banco privado más, sino como un aliado en su derecho a prosperar y a
intentar materializar sus ilusiones?
Para hacerlo voy a echar mano a declaraciones
posteriores ofrecidas por Rafael Camilo, superintendente de Bancos y
Paíno Abréu, administrador del Banco Agrícola.
De acuerdo al diario El Caribe digital, en su
edición de ayer 29, bajo el titular: “Superintendencia de Bancos cree
tasa de interés podría bajar” y la firma de Rosa Lugo “el
superintendente de Bancos, Rafael Camilo, dijo que aunque hasta el
momento la tasa de interés no ha afectado la morosidad, llegará un
momento en que habrá que revisarla, y entonces, combinando la política
fiscal del gasto público con la política monetaria, las tasas de interés
bajarán.
“Explicó que no se puede mantener durante un
período largo una tasa de interés alta porque esto crearía muchos
problemas al sistema real.
“El funcionario señaló también que se debe cuidar
que ésta no afecte el crecimiento de la economía, porque eso provocaría
desempleo y situaciones negativas sobre los mismos bancos, al llegar un
momento en que la gente dejaría de pagar los préstamos.”
También ayer el periódico Listín Diario digital,
bajo la firma de Carlos Arturo Guisarre, titula:”El Bagrícola no tiene
dinero a tasas bajas”.
Escribe el periodista Guisarre: “El Banco Agrícola
no cuenta con los fondos necesarios para financiar la producción
agropecuaria a tasas de interés subsidiadas, por lo que los
agroempresarios deben estar preparados para variaciones ocasionales de
las condiciones de crédito.
“Explicó que a causa de la falta de recursos
económicos, la entidad presta a tasas de interés que oscilan entre el
14% y el 18% anual, las cuales están por debajo de las del mercado, pero
muy por encima del 12% a que aspiran los productores.”
En síntesis, “la tasa de interés habrá que
revisarla” (R.Camilo) y la manera de lograrlo es “combinando la política
fiscal del gasto público con la política monetaria” (R.Camilo) para que
no ocurran situaciones tan vergonzosas en las que haya que admitir que
“el Banco Agrícola no cuenta con los fondos necesarios para financiar la
producción agropecuaria a tasas de interés subsidiadas” (Paíno Abréu).
Esto quiere decir que para que el Banco de Reservas
y el Banco Agrícola sean más ciudadanos y respondan menos a la lógica
gubernamental y privada, necesitan del concurso del gobierno nacional.
La pedagogía punitiva de altas tasas de interés que
promueve a lo “Llanero Solitario” el Banco Central tendrá que
prolongarse por más tiempo si el Gobierno Nacional no sintoniza sus
acciones.
Habrá dificultades mientras el Banco Central tenga
una política restrictiva y punitiva para recoger pesos y al mismo tiempo
otra parte del Gobierno pone y se propone poner a circular más dinero.
Mi planteamiento coincide con el de Rafael Camilo
de reducir el tiempo de altas tasas de interés (definidas “transitorias”
por Valdez Albizu) que perjudican a las familias y negocios de clase
media y pobres.
El Banco de Reservas, propiedad de los ciudadanos y
ciudadanas y como instrumento de la razón estatal, debe y puede estar
más atento al reclamo ciudadano de tasas de interés más bajas, de
extensión de los plazos de pago de los préstamos inmobiliarios (a 25 o
30 años), para hacer más llevaderos y posibles los pagos mensuales y
proveer recursos a Proindustria para que esta institución pueda inyectar
liquidez a los pequeños y medianos negocios, entre otras. El Banreservas
no debería comportarse como los bancos privados, sino como un banco
amigo que comprende y respalda las iniciativas que, por si solos, los
ciudadanos y ciudadanas no podrían emprender.
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