POBRES MAL EDUCADOS…DE POR VIDA
Poder educarse es un derecho humano universal. Acceder a educación de
calidad es una oportunidad para mayor y mejor disfrute de las alegrías y
riquezas de la vida, del saber y del espíritu. En principio, quienes
mejor preparados están, acceden a mejores puestos de trabajo y a mayores
ingresos.
Mientras la escuela pública dominicana provea una formación de peor
calidad que las escuelas privadas, los hijos de pobres no podrán nunca
competir con los hijos de quienes pueden pagar. Van en desventaja. Pero
tampoco podrán esos hijos de pobres salidos de esas escuelas contribuir
con éxito a la llamada estrategia dominicana de competitividad, pues sus
iguales en otros países reciben mejor formación. Va el país frente a
otros, además, en desventaja.
Consabidas verdades que se nos antoja repetir para volver a insistir en
el reclamo de un mayor compromiso del Gobierno Nacional con la educación
pública.
En la mañana de hoy, el diario Hoy trae un reportaje firmado por Carmen
Matos sobre la Escuela Pablo Neruda del barrio Pueblo Nuevo de los
Alcarrizos. Leer lo que allí se narra, conmueve, provoca indignación,
por la indolencia oficial que lo explica y da muchísima pena por los
niños y niñas que son víctimas de tal atropello y denegación de derecho.
(Este tipo de artículos/denuncias son frecuentes en la prensa dominicana
y no pasa nada). ¿Cómo es posible!
“El director, Lucrecio Polanco, explicó que la escuela siempre ha
funcionado de manera pobre e insegura y dividida en locales de casas de
familia que son inapropiadas para impartir docencia. Por esto se habla
de la escuela Pablo Neruda I, II y III que, con una población total de
más de 1,000 estudiantes, soporta dos tandas de clases y una nocturna
para adultos.
“En el local I funciona el nivel inicial y de primero a cuarto de
primaria; al II asisten los estudiantes de cuarto a sexto grado y en el
III están asignados los séptimos y octavos cursos.
“De entrada, la primera carencia identificable en los tres planteles de
la escuela es la falta de energía eléctrica, la precariedad de sus
estructuras y el hacinamiento entre alumnos.
“Sin embargo, sólo tras atravesar las calurosas divisiones de zinc y
playwood que hacen de aulas, ver la inexistencia de un área de
recreación y sentir el mal olor de las obstruidas letrinas se puede
conocer la miseria de cada jornada.
“Aquí las ratas son parte del estudiantado.”
Hasta aquí el reportaje de Carmen Matos.
Quienes determinan todos los años el dinero a invertir en la educación
pública (Gobierno y Congreso) saben muy bien que dinero público sobra al
Gobierno; tanto, que luego de la última reforma fiscal, impuestos
recaudados ha devuelto, impuestos por cobrar ha exonerado y subsidios ha
repartido a diestra y siniestra.
Con más dinero y empoderando a padres, alumnos, directivos de los
planteles, juntas de vecinos y vecinas y gobiernos locales, pueden
organizarse acciones de mejoramiento y cuidado de los planteles
escolares que serán licitadas y supervisadas por un comité creado por
ellos; estimular y supervisar a los y las maestras para que den
seguimiento al aprendizaje de los escolares.
Con más dinero y de la mano con la Asociación Dominicana de Profesores,
acordar elevar los ingresos de maestros y maestras contratados para una
única tanda de 8 a cuatro de la tarde y seguir fortaleciendo la
enseñanza de las matemáticas y lenguaje, zapata imprescindible para los
conocimientos que vendrán después.
De nuevo, consabidas verdades escritas, habladas, debatidas y
compartidas por todos los actores del sector educativo en cuanto
seminario, foro, charla, congreso, ha tenido lugar en nuestro país en
los últimos años.
Si al Gobierno y a los legisladores les falta coraje y voluntad para
actuar, que lo pidan prestado a los padres, escolares y maestros de las
escuelas públicas dominicanas.
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